PREMIOS Y MENCIONES
MICRORRELATOS Y CUENTOS CORTOS-ALGUNOS DE MIS PREFERIDOS
El 04.08.14 conseguí una publicación en forma de folleto o cuadernillo desplegable editado por el Ministerio de Educación de la Nación que contiene material para lectura en los colegios secundarios del país. En esta publicación aparece un microrrelato que me pertenece: Diván.
Diván
-¿Podrá curarme, doctor? Yo sólo quería comerla. ¡Y empezó a criticarme la nariz, las orejas, la boca! ¿Qué soy, doctor? ¿Un monstruo?
EL VIERNES 13 DE JUNIO DE 2014, EN LA CASA DE CULTURA DE PILAR, DEPENDIENTE DE LA MUNICIPALIDAD DEL PILAR, SE LLEVÓ A CABO UN HOMENAJE A LOS ESCRITORES DEL PARTIDO, CELEBRANDO EL DÍA DEL ESCRITOR.
A LOS GANADORES DE LOS JUEGOS FLORALES 2013, EN LOS GÉNEROS CUENTO Y POESÍA, SE LES ENTREGÓ UN CUADERNILLO CON LAS OBRAS PREMIADAS.
La versión completa del cuento se puede ver en esta misma entrada.
NO SIEMPRE, LO QUE ELIGEN LOS DEMÁS, AUNQUE TE GUSTE, ES LO QUE MÁS TE GUSTA. ALGUNOS DE MIS CUENTOS PREFERIDOS HAN SIDO PUBLICADOS EN EL SITIO DE CUENTOS Y MÁS, PERO NO EN PRIMERA PÁGINA, Y TAMPOCO HAN SIDO REPRODUCIDOS EN OTRAS PÁGINAS. ALGUNOS, JAMÁS HAN SIDO PUBLICADOS.
Y AQUÍ VAN ESOS CUENTOS QUE ME GUSTAN A MÍ.
AL FINAL DE ESTA ENTRADA: El primer cuento que me publicaron / Los cuentos premiados.
LO ÚLTIMO DE LA PRODUCCIÓN
El 6 de noviembre de 2013, el Grupo ALMA presentó en el Club Unión de Del Viso el libro "¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género" (ver más información en esta misma entrada, más adelante). Leí un microrrelato que me pertenece, escrito especialmente para esa ocasión, titulado "Violencia de género". Ese microrrelato, como "La suma de todas las violencias" fue luego incluido en el libro "¡Basta! Cien hombres contra la violencia de género", en 2016. Y quedó en el tintero este otro cuentito que escribí hoy, 13 de mayo de 2014, como un homenaje a las mujeres maltratadas y como una forma, también, de despertar una toma de conciencia.
Yo soy- (Publicado en Pasión por los microrrelatos el 04.06.2016).
Señor
Juez:
Yo
soy la que calla, la que otorga, la que obedece, la que es el blanco de burlas
solapadas; yo soy la que acata, la que consiente, la que no discute, la que
agacha la cabeza, la que jamás se rebela. Yo soy la que vacía los ceniceros
repletos de colillas y ceniza, la que recoge las toallas empapadas y las medias
sucias del piso del baño. Yo soy la que levanta las bombachas y los
calzoncillos mojados de la bañera; la que saca los pelos del lavatorio y seca
la tabla del inodoro. Yo soy la que lava, plancha, prepara la comida, pone la
mesa, levanta la mesa, lava los platos. Yo soy la última en acostarme, aunque
mi trabajo todavía continúa en la cama, satisfaciendo a mi marido. Yo soy la
que hace las compras, la que soporta los reproches cuando algo no está en
tiempo o forma. Yo soy la que arregla los enchufes y cambia los focos de luz
quemados; la que lustra los zapatos y limpia el barro de las alfombras. Yo soy
la que saca los pelos del gato de los sillones, la que levanta la caca del
perro en el jardín.
Yo
soy la que resigna la novela por un partido de fútbol, un episodio de Los
Simpson o una película de acción. Yo soy la que apenas intenta una queja es
acusada de ser simplemente “un ama de casa que no trabaja como los demás”. Yo
soy la que no puede opinar ni merece consideración porque no aporto dinero a la
economía familiar. Sin embargo, yo soy la que come el pan mordido que dejan los
demás, la que come la fruta machucada que no come nadie y la comida recalentada
para que la comida recién hecha alcance para todos.
Yo
soy la que se hartó, la que perdió la cordura.
Yo
soy, señor Juez, quien prendió fuego a la casa con todos adentro.
EL 8 DE AGOSTO DE 2015, EN LA PÁGINA DEL ESCRITOR Y COMPILADOR SERGIO GAUT VEL HARTMAN, MINIMALISMOS, SE PUBLICÓ MI MICRORRELATO "KAFKIANO".
Kafkiano (Escrito el 14.03.14)
El librero necesitaba un empleado y
con ese fin publicó un aviso en un diario. Durante una semana no se presentó
nadie. Cuando ya pensaba en renovar el aviso llegó un muchacho de unos veinte
años, parecido a Harry Potter, y el librero se esperanzó: “¡Por fin voy a tener
un ayudante! Y me parece que este pibe sabe”, pensó. Habiendo leído más de la
mitad de la inmensa obra de Franz Kafka, puso a prueba los conocimientos
literarios del postulante, comenzando por los títulos más emblemáticos del autor
checo.
-¿Conoce El castillo?
-He visto varios en fotos, señor. ¿A
qué castillo se refiere usted?
-¡Noooo! ¡Me imagino que conoce El
proceso, por lo menos!
-El Proceso de Reorganización
Nacional, señor. Del setenta y seis al ochenta y tres. Mi papá me contó.
-¡No, no, no! ¿Y El desaparecido?
-Justamente… ¡en la época del Proceso, señor! Eso
dice mi papá.
-¡No! ¡No! Hábleme de La metamorfosis.
- La metamorfosis es cuando una mariposa se convierte
en un gusano.
-¡No, animal! ¡Y encima lo dice al revés! ¿Leyó Carta
al padre?
-Mi papá dice que es muy feo leer correspondencia
ajena.
-¡Noooooooo! Le doy una última oportunidad antes de
cortarme las venas con el lomo de Los Sorias. ¿Sabe quién es Kafka?
-¡Eso sí, señor! Y a mi papá también le gusta mucho.
-¿Kafka?
-Sí, señor. ¡Guido Kaczka! ¡El de la tele!
LA LONCHA
(En realidad, lo escribí el 04.12.13)
Cora es la dueña de la mejor fiambrería del
pueblo: “La loncha”. Calidad y precios.
Pasa todo el día cortando lonchas de jamón, de bondiola, de salame de Milán, de
queso de máquina, de mortadela, de salchichón. Todos la conocen. Cuando algún
desinformado pregunta dónde puede comprar fiambre, lo mandan a La loncha de la
Cora.
EL 31 DE JULIO DE 2015, SERGIO GAUT VEL HARTMAN PUBLICÓ MI CUENTO "PREPOSICIONES" EN LA PÁGINA MEDIO SIGLO-ESPACIO DE LITERATURA PARA PERSONAS MAYORES, www.mediosiglocuentos.blosgpot.com
―Si pretende pasar de año, señor Cabrera, esta mesa de examen que
presido le pide que nos diga todas las preposiciones de la lengua castellana…
¡o se va a marzo!
―Señor… ¡es lo único que no estudié! ¡Jamás pude aprender las
preposiciones de memoria!
―Le doy una última oportunidad, señor Cabrera: puede rendir el
examen por escrito. Tómese su tiempo y piense. Las preposiciones clásicas. No
todas las que se han incorporado o que se supone que deban ser incorporadas.
Me dieron una hoja en blanco y escribí mi descargo, no lo que me
pedían. Al cabo de un rato entregué la prueba mientras decía:
―Lo lamento, señor. Nos veremos en marzo.
Mi profesor tomó la hoja, la leyó detenidamente, se la pasó a los
otros dos profesores y me dijo:
―¿Me está cargando, Cabrera? ¿Está cargando a la mesa examinadora?
―No, señor. ¡De ninguna manera!
―Entonces… ¡lo felicito! ¡No le faltó ninguna preposición a su
texto! ¡Hasta incluyó una preposición en desuso como “cabe”! Vaya, vaya. Está
aprobado.
Me fui contento; un poco confundido. ¡Si jamás aprendí las
preposiciones de memoria!
En mi casa recordé lo que había escrito, algunas palabras en
mayúscula, otras en minúscula, tal era el susto que tenía. Acudí a la
computadora. Descubrí que, por casualidad, había escrito todas las
preposiciones clásicas en mayúsculas. Excepto CABE. O el profesor no se había
dado cuenta o no sabe tanto como yo supongo, porque el CABE que escribí es una
voz del verbo caber y no la antigua preposición cuyo significado es “junto a” o
“cerca de”.
Una vez más recordé el texto:
“A mí, ANTE todo, esto no me parece justo. BAJO ningún punto de
vista CABE suponer que sea justo. CON razón o CONTRA la razón. ¿DE qué me
acusa? ¿DESDE cuándo, EN qué circunstancias, ENTRE marzo y ya HACIA diciembre, no estudié
HASTA el cansancio PARA
aprobar su materia? POR eso repito: SEGÚN su óptica, SIN apreciar mi dedicación,
SO riesgo de equivocarse, decidió aplazarme SOBRE toda lógica, amparado TRAS su
autoridad”.
PREPOSICIONES (Del 13.02.14)
-Si
pretende pasar de año, señor Cabrera, esta mesa de examen que presido le pide
que nos diga todas las preposiciones de
la lengua castellana… ¡o se va a marzo!
-Señor… ¡es lo único que no estudié! ¡Jamás pude
aprender las preposiciones de memoria!
-Le doy una última oportunidad, señor Cabrera: puede
rendir el examen por escrito. Tómese su tiempo y piense. Las preposiciones
clásicas. No todas las que se han incorporado o que se supone que deban ser
incorporadas.
Me dieron una hoja en blanco y escribí mi descargo; no
lo que me pedían. Al cabo de un rato entregué la prueba mientras decía:
-Lo lamento, señor. Nos veremos en marzo.
Mi profesor tomó la hoja, la leyó detenidamente, se
la pasó a los otros dos profesores y me dijo:
-¿Me está cargando, Cabrera? ¿Está cargando a la mesa
examinadora?
-No, señor. ¡De ninguna manera!
-Entonces… ¡lo felicito! ¡No le faltó ninguna
preposición a su texto! ¡Hasta incluyó una preposición en desuso como “cabe”!
Vaya, vaya. Está aprobado.
Me fui contento; un poco confundido. ¡Si jamás
aprendí las preposiciones de memoria!
En mi casa recordé lo que había escrito, algunas
palabras en mayúscula, otras en minúscula, tal era el susto que tenía. Acudí a
la computadora. Descubrí que, por casualidad, había escrito todas las
preposiciones clásicas en mayúsculas. Excepto CABE. O el profesor no se había
dado cuenta o no sabe tanto como yo supongo, porque el CABE que escribí es una
voz del verbo caber y no la antigua preposición cuyo significado es “junto a” o
“cerca de”.
Una vez más recordé el texto:
“A mí, ANTE todo, esto no me parece justo. BAJO ningún
punto de vista CABE suponer que sea justo. CON razón o CONTRA la razón. ¿DE qué
me acusa? ¿DESDE cuándo, EN qué circunstancias, ENTRE marzo y ya HACIA diciembre, no estudié HASTA el
cansancio PARA aprobar su materia? POR eso repito: SEGÚN su
óptica, SIN apreciar mi dedicación, SO riesgo de equivocarse, decidió aplazarme
SOBRE toda lógica, amparado TRAS su autoridad”.
LECCIÓN
Lo escribí el 12.11.2013.
-¡Yo les voy a enseñar!- grité cuando
sorprendí a mi mujer con su amante en el momento supremo del placer. Comenzaban
a balbucear “Aaa…” cuando el mismo disparo los atravesó a los dos. Insistentes,
continuaron con la misma vocal unos pocos segundos: “¡Aaaaaaaaa!”. Murieron
antes de aprender a pronunciar la “b”.
TIENE UNA LARGA TRAYECTORIA: Fue publicado en la página de Argentina, Cuentos y más, el 16.12.2013 / En la página Creatividad Internacional, de España, el 23.03.2014 / En la página www.scribd.com, por Ricardo Oswaldo Carrasco, Francia, el 30.03.2014 / En la página www.uncuentoaldia.es el 04.08.2017 / Fue publicado en el libro Colectivo Literario La Cerradita, por Tinta Libre Ediciones, de Córdoba (Arg.), en julio de 2015, libro compilado por Luis Héctor Gerbaldo, con otros diez cuentos míos. Fue difundido en el programa radial "El ojo de la mosca", del Instituto Morelense de Radio y Televisión (imrytorg), de Morelos, México, en fecha que pude precisar.
DIC 16, 2013 |
Lección
Rubén Faustino Cabrera
-¡Yo
les voy a enseñar!- grité cuando sorprendí a mi mujer con su amante en el
momento supremo del placer. Comenzaban a balbucear “Aaa…” cuando el mismo
disparo los atravesó a los dos. Insistentes, continuaron con la misma vocal
unos pocos segundos: “¡Aaaaaaaaa!”. Murieron antes de aprender a pronunciar la
“b”.
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El 23.03.2014 fue publicado en una página de ¿México?, con una fotografía que no puedo transcribir, www.creatividadinternacional.com/group/:
Red de Literatura y Cine
LECCIÓN por Rubén Faustino Cabrera
LECCIÓN
Autor: Rubén Faustino Cabrera (argentino)
-¡Yo les voy a enseñar!- grité cuando
sorprendí a mi mujer con su amante en el momento supremo del placer. Comenzaban
a balbucear “Aaa…” cuando el mismo disparo los atravesó a los dos.
Insistentes, continuaron con la misma vocal
unos pocos segundos:
“¡Aaaaaaaaa!”.
Murieron antes de aprender a pronunciar la
“b”.
***
El Autor
Rubén Faustino Cabrera es un cordobés más pilarense que el polo. Durante toda
su vida se dedicó a plasmar en una hoja, pequeños mundos inventados para ser
leídos por anónimos. Sea haciendo guiones para prestigiosas tiras de humor,
como escribiendo cuentos, la actividad literaria lo superó, haciendo de la
escritura un estilo de vida full time, sostenido por su trabajo: la fabricación
de mimbres de polo.
Su pasión por la escritura comenzó de muy chico, e incluso cuando trabajaba
como bancario solía escribir cuentos, fomentados por la lectura. “Descubrís los
mundos maravillosos como los de Julio Verne”, resalta el escritor. Tal es así
que con tantos años en la actividad, continúa escribiéndolos, y muchos de ellos
se pueden encontrar en el sitio cuentosymas.com.ar, un lugar virtual dedicado a
pequeños relatos, patrocinados por el Ministerio de Educación de la Nación.
“Siempre llevo una birome y un papel, porque uno no puede confiarse en la
memoria”, indica Cabrera.
(Fragmento de El Diario. Pilar Regional / Buenos Aires, Arg.)
El 30.03.2014 fue publicado en la página www.scribd.com por Ricardo Oswaldo Carrasco, de Francia, con la imagen de una pintura:
CUENTOS VIEJITOS QUE ME GUSTAN
VOLARE, VOLARE (Publicado en el libro Colectivo Literario La Cerradita, de Tinta Libre Ediciones, Córdoba, julio de 2015).
¡Qué vicio terrible este vicio mío de los
aviones! ¡Volar, volar y volar! “Volare, volare”, como dice Doménico Modugno.
“Nel blu dipinto di blu”, como canto yo cuando vuelan los aviones.
Empecé con los vuelos de cabotaje. Sauce
Viejo, el aeropuerto de Santa Fe, fue el primer destino que elegí. El segundo
fue Pajas Blancas, en Córdoba. Le siguieron los aeropuertos de Mendoza, de
Puerto Iguazú, de Bariloche. Después comencé con los vuelos internacionales.
Barajas, el aeropuerto español, fue mi
bautismo en tierra extranjera. Luego el Charles de Gaulle, en Francia; y el
Fiumicino de Roma y el John F. Kennedy en Nueva York. ¡Y volar, volar y volar!
¡Siempre volar! Hasta que llegaron los de Interpol. “¡Ya no volarás más aviones
con tus bombas, maldito bastardo!”, me gritaron mientras volaban a patadas la
puerta de mi casa.
Ahora, despunto el vicio en una prisión de
máxima seguridad en Estados Unidos, estrellando avioncitos de papel contra la
pared de la celda.
SALIR DE GUATEMALA Y CAER EN GUATEPEOR.
“Inimputable”, dijeron en la apelación. Les hice
creer que no comprendía la naturaleza de mis actos. ”De sus actos criminales”,
dijeron los peritos. ¡Lo que es conseguir un buen abogado… y poder pagarlo, por
supuesto! “Una verdadera carnicería”, dijeron los medios. “La cantidad de
personas que mató y la saña con que los asesinó, sólo son comparables al
sadismo de Hannibal Lecter”, tituló Crónica. ¿Qué tal? ¡Compararme con mi guía,
con el maestro de El silencio de los inocentes! ¡Soy un capo! ¡Otro Maestro! ¡Y
pensar que me declararon inimputable!
Estaba pensando esto, justamente, cuando se
abrió la puerta.
-Vestite, hijo de puta -me dijeron-. Tenés
visita. Tu abogado.
Me levanté, me incliné sobre la silla para
buscar mi pantalón y me pegaron una patada en el culo que casi me destroza el
huesito dulce. Después, un par de trompadas en los riñones y, cuando me agaché,
dolorido, otra tremenda patada en el culo.
-Y ahora, quejate con tu abogado. Nadie te
va a creer. ¡Estás loco! ¿Entendés? ¡Estás loco, hijo de puta!
En realidad no sé si me convino que me trasladaran
del penal al manicomio. Siento que estoy viviendo las mismas situaciones de la
cárcel. Pero allá, por lo menos, cuando todavía no me habían declarado loco, no
me cagaban tanto a patadas.
PRESENTACIÓN DEL LIBRO "¡BASTA! CIEN MUJERES CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO"
El miércoles 6 de noviembre, en el Club Unión de Del Viso, se presentó en el Partido de Pilar el libro "¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género". Convocaron el Club Unión y el Grupo ALMA (Amigos, Literatura, Memoria y Acción). Unas cien personas asistieron a la presentación. Con la conducción de Víctor Koprivsek y la presencia de Fabián Vique, escritor y compilador/editor del libro a través de Macedonia Ediciones, las integrantes de La Rosa Blindada de Pilar, Ana María Paruolo (una de las autoras del libro), el Grupo ALMA en su totalidad, Omar Carlotto (presidente del Club Unión), gente de prensa y autoridades municipales, las canciones de Federico Pecchia en el cierre y un brindis de honor. Se invitó, a quien deseara hacerlo, a leer un microrrelato, una poesía o un comentario acerca de la violencia de género. Éste fue mi aporte: un relato muy breve que también podría haberse llamado "La suma de todas las violencias".
LA SUMA DE TODAS LAS VIOLENCIAS
VIOLENCIA
DE GÉNERO (Este microrrelato, posteriormente, ya con el nombre "LA SUMA DE TODAS LAS VIOLENCIAS", integró el libro "¡Basta! Cien hombres contra la violencia de género", editado por Macedonia Ediciones, de Argentina, en 2016 / Fue publicado también en la página AMDEL, Asociación Mundial de Escritores Latinoamericanos, el 04.06.2016). Fue interpretado por los actores Emilio Hugo Alba y Valentina Caffera en la presentación del libro en el Club Unión de Del Viso el 30.09.2016, junto a "De tiza", de Miguel Lisanti, de Mendoza. El video está en Youtube como "¡Basta! Cien hombres contra la violencia de género. Del Viso 2016". El título del video, editado por Macedonia Ediciones, figura como "La suma de todos los miedos". Fue publicado en el libro de papel "¡Basta! Contra la violencia de género" que reúne casi todos los micros de hombres y mujeres en un solo volumen, editado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de Mendoza, Ediciones Culturales de Mendoza, en octubre de 2008.
¡Violencia de género! ¿Quién inventó
esto? ¿Antes no había y ahora sí? Violencia de género es cuando un tipo mata a
la mujer ¿Yo te maltrato a vos? ¿Cuánto hace que no te levanto la mano? ¿Cuánto
hace que no te insulto? Boluda, como mucho. Más como una broma que como un
insulto. “Sacá la novela, boluda. Poné el partido”. “Dale, boluda, aprendé a
cocinar como mi vieja”. ¿No te saco a pasear? ¿Yo te prohíbo algo? ¿No volviste
a visitar a tu madre? Eso sí… mientras no te llene la cabeza y te diga que ando
con otra mina, como cuando te tuve que pedir que no la vieras más. Dijo que se
había confundido cuando le dije que no iba a ver más a los nietos. Y hablando
de los pibes… aprovechemos que no están y andá, esperame en la pieza. ¡Dale,
andá! ¡Qué ponés esa cara! ¡Violencia de género! ¿Qué sabrás vos, tarada... de
violencia de género?
TAPA DEL LIBRO
ALGUNOS DE LOS CUENTOS QUE ENVIÉ, PERO QUE NO ME PUBLICARON EN CUENTOS Y MÁS. CONOZCO, O INTUYO LAS RAZONES, EN ALGUNOS CASOS.
Así es la vida
“Mi mujer me engaña”, dije. “C´est la vie”,
acotó mi amigo francés. “¡¿Vos también se la viste?!”, grité, indignado.
Fidelidad
“Las amo”, dijo
el sultán. “Y jamás las engañé con otro harén”.
Narciso
“Te amo”, dijo
ella besándole la espalda. “Yo también me amo”, dijo él mientras empañaba el
espejo con un beso.
Placas
robadas del Cementerio de Flores
(Este microrrelato lo escribí cuando algunos hijos de puta robaban placas de bronce para venderlas, en el Cementerio de Flores)
Hoy me ilusioné. Me dejaron
flores. “¡Por fin se acordaron de mí!”, pensé. Pero, simplemente, se
confundieron de tumba. Maldigo y le pido a Dios que maldiga a los que roban las
placas de bronce de nosotros, los muertos, los que queremos descansar en paz.
El Parque
Jurásico de Susana
-Escuchá, Susana. Este microrrelato de
Augusto Monterroso está considerado una obra maestra del género: “Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”.
-¡¿Estaba vivo?!
Coherencia
-Yo
soy un escritor coherente -dijo el enano-. Escribo microrrelatos.
Como
jamás logró que le publicaran uno, se colgó de un bonsai.
Ni tan tan,
ni muy muy
El enano, de repente, comenzó a crecer. Creció y
creció hasta llegar al metro ochenta. Ahí dejó de crecer. “Un capricho de la
hipófisis”, dijeron los especialistas. Lo cierto es que él pudo cumplir el sueño
de su vida: jugar al básquet. Pero, pronto reparó que lo superaban los gigantes
de ese deporte, hombres de dos metros, dos metros diez, hasta dos metros
veinte.
Entonces, surgió un nuevo problema. Hasta el
día de hoy, la ciencia, y aun el periodismo y los programas de chimentos, no se
han puesto de acuerdo en catalogarlo como el alto más bajo de mundo, o como el
enano más alto del mundo.
El vengador
parónimo
(Remite a una película protagonizada por Charles Bronson: El vengador anónimo).
El vengador se comunicó con
las víctimas de un asalto con toma de rehenes y les dijo:
-Voy y vengo a los
damnificados por otro hecho delictivo y ya vengo y vengo.
El oso cariñoso
(Obedecía a una consigna de Cuentos y más: un microrrelato sobre un oso de peluche. Creo que fue muy fuerte y que por eso no se publicó).
Mi mujer colecciona osos de peluche. Tiene
casi trescientos, pero el más grande se lo regalé yo: un metro cincuenta.
Parece de verdad. Ella lo sienta en una silla a la mesa con nosotros; en un
sillón cuando vemos tele; en una reposera cuando tomamos mate en el jardín. Es
un integrante más de la familia y lo bauticé Juampi, como yo, que soy Juan
Pablo. Pero mi mujer le cambió el nombre. Una noche, cuando volví de jugar
paddle, lo encontré en la cama al lado de ella. “¿Qué hace el Oso Juampi en mi
lugar?”, pregunté con fingida indignación. Y mi mujer me contestó, con fingido
tono de reproche: “A él no le gusta que lo llamen Oso Juampi. El prefiere que
lo conozcan como el Oso Jompi”.
Confieso que me he autoplagiado usando el título de una colaboración para Eroticón nro. 29: "El oso Jonpi y las abejitas lesbianas". En esa oportunidad (yo colaboraba en Eroticón desde el nro. 25), me dieron un dibujo hecho por Oscar Blotta (padre, extraordinario dibujante, autor de "El gnomo Pimentón", para los memoriosos), para que yo le pusiera un texto. Firmé ese texto, para la sección Pajinetas, como "Rubencito Cabrera". Aunque yo publicaba más de cien colaboraciones por año para Editores Asociados, no firmaba en el año más de veinte, porque si superábamos las veinticuatro por año, nos tenían que incorporar al staff permanente, en blanco y con aportes jubilatorios. Cosas de este mundillo de las revistas; tal como el mundillo de la tele. También he colaborado con guiones para "El show de Videomatch" y el programa de Johnny Allon en Canal 26. Alguna vez hablaré de eso.
DIEZ NANORRELATOS QUE ENVIÉ PARA UN CONCURSO EN ESPAÑA EN 2013.
CONSIGNA: NO DEBÍAN TENER MÁS DE 10 PALABRAS. ENTRE 300 NANORRELATOS QUE SELECCIONARON NO FIGURÓ NI UNO DE LOS MÍOS. CONSIDERO QUE ALGUNO PODRÍA HABER FIGURADO. CONSECUENCIA: NO PARTICIPO NUNCA MÁS EN NINGÚN PUTO CONCURSO DE ESPAÑA. PREMIAN PENSAMIENTOS, POR LO QUE HE VISTO COMO RESULTADOS DE VARIOS CONCURSOS DE MICRORRELATOS. CASI NUNCA FUE PREMIADO UN ARGUMENTO BIEN DESARROLLADO. NO VALE LA PENA PERDER TIEMPO EN ESPAÑA. EL PREMIO (UNO SOLO: ¡MISERABLES!), ERA DE 400 EUROS.
TODOS LOS MICRORRELATOS QUE ENVIÉ TIENEN EXACTAMENTE DIEZ PALABRAS, EL LÍMITE PERMITIDO EN EL CONCURSO. PODRÍA HABER ESCRITO ALGUNO CON MENOS PALABRAS, PERO FUE UN GUSTO QUE ME DI, SIMPLEMENTE: TODOS DEBERÍAN TENER DIEZ PALABRAS CADA UNO, Y SER COHERENTES, CLARO.
Pulgarcito
Escribía
microrrelatos a la sombra. El bonsai se secó.
Tuerto
Esperó. Sólo vio
pasar medio cadáver de su enemigo.
Reencuentro
Vi a mis padres.
Comprendí que también estoy muerto.
Penélope
Cuando Ulises
regresó tenía trescientos suéteres, quinientas medias, doscientas…
Érase un hombre que
ganó cuatrocientos euros
Escribió un
nanorrelato.
Olvidadizo, lo que
se dice olvidadizo, soy yo
¿Cómo era?
Familia de monstruos
“No temas, hijo. El
hombre no existe”.
Efecto
Viajó al pasado.
Mató una mariposa. El también murió.
Gustos
A Polifemo nunca le
agradó la Ley del Talión.
Escribió un
nanorrelato con tinta invisible
Nadie lo pudo
juzgar.
No obstante, "Gustos" fue uno de los diez microrrelatos finalistas del concurso organizado por la Feria del Libro de Bs. As 2015 y Twitter.
LOS CUENTOS QUE FIGURAN A CONTINUACIÓN, SÍ HAN SIDO PUBLICADOS EN CUENTOS Y MÁS
"CASI SIEMPRE COMEMOS" (Publicado en Cuentos y más el 12.08.09 / Publicado en el libro Colectivo Literario La Cerradita, de Tinta Libre Ediciones, Córdoba, julio de 2015).
-¡Mirá este tacho de basura
frente a la pizzería, Tito!
-¡Dale, Coco! Miremos antes de que
lleguen los demás.
-¡Uh! ¡Mirá cuántos pedazos de pizza
tiraron!
-¡Esta porción está casi completa! ¡Hoy
comemos como reyes!
-¡Lo que es vivir en Buenos Aires, Tito!
¿Vos sabés cuántos pibes como nosotros se cagan de hambre en el interior?
-Y encima hoy tuvimos suerte. Llegamos
temprano y les ganamos de mano a los demás.
-Y… ¡al que madruga, Dios lo ayuda!
-Tenés razón, Coco. ¡Lo que es vivir en
Buenos Aires! Casi siempre comemos ¿no?
SE EQUIVOCÓ LA PALOMA... (Publicado en Cuentos y más el 08.09.09).
-Aprovechando
que los chicos todavía duermen, habría que buscar algo de comida, querido.
-¿Vamos los dos? Seguro que se van a
despertar con hambre.
-Vamos los dos, dale. Volando, antes de
que se despierten.
Mientras tanto, en una casa de la villa,
más allá del bosquecito:
-Hay que buscar algo para comer, chicos.
¿Van los dos?
-Vamos los dos, má.
-Apúrense, que el tuco ya está hecho.
Falta la carne…
Los chicos se apuran. Sus bolsillos ya
están cargados con unas cuantas piedras de canto rodado. Y una piedra más en
las dos hondas que llevan en sus manos.
-¡Mirá qué cacho de palomas buscando
lombrices!
-Yo le tiro a la de la derecha. Vos a la
de la izquierda. Al mismo tiempo, para que cacemos a las dos. Yo cuento hasta
tres, dale, y tiramos.
Las palomas caen. En pocos minutos se
convierten en la carne que falta en el tuco. Y mientras en la casa de la villa
sus tres habitantes llenan sus estómagos, en un nido del bosquecito cercano dos
pichones de paloma comienzan a sufrir la agonía de una lenta muerte por
inanición.
HISTORIA CON ECO (Publicado en Cuentos y más el 18.06.10 / Publicado en el libro Colectivo Literario La Cerradita, de Tinta Libre Ediciones, Córdoba, julio de 2015).
Hoy lo prometo, meto. Yo sé
muy bien que si se lo propongo, pongo. Siempre que esté conciliadora, Dora.
Como siempre, yo pensando ando: Tal vez lleguemos a un acuerdo cuerdo. Y si no
se frustra este encuentro, entro.
Ya me hallo de su cerca cerca. ¿Qué le pasa
que no contesta ésta? Tal vez diciendo abracadabra abra.
-Abrame la puerta, encanto -canto. Pero abre
la ventana Ana.
-Dora no se encuentra. ¿Entra?
-En un segundo estoy adentro. Entro.
-¿Matecito? ¿Tecito?
-En realidad vine a ver a su hermana, Ana.
-Se ha puesto muy salidora, Dora.
-Y se ha puesto muy bella, ella.
-¿Y usted no se da cuenta qué motiva,
Ernesto, esto?
-¡Así que anda volteando muñeco tras muñeco!
-¡Eco!
-¡No ha respetado su promesa, ésa!
-No se desespere: espere.
-Yo espero, pero…
-¿Es que usted no sabe que a los hombres que
ella traiciona, ofrecerles un consuelo suelo?
Y decirme -poniéndose mimosa- osa:
-Yo le daré la calma, alma.
Y me calma tres veces esta mañana, Ana.
VIDA DE GUSANO (Publicado en Cuentos y más el 09.07.10 / Publicado en la página de Facebook "Palabrerío", el 15.03.18)
La vida de un gusano es una vida muy
tranquila, casi rutinaria. Además, yo era un gusano con un buen pasar
económico: tenía varias casas en la misma manzana. Mi mujer vivía en una de
esas casas y yo en otra, en lados opuestos. Había dos razones muy poderosas
para que esto fuera así. Una, es que la casa de un gusano es demasiado pequeña
para dos habitantes; para que entre uno debe salir el otro. La otra razón
obedecía a un capricho de mi mujer. “Sí, sí”, solía decir, “Somos un matrimonio
pero, eso sí… cama afuera”.
Solíamos vernos para dialogar y otras veces
para aparearnos. Tuvimos algunos gusanitos y les regalamos una casa a cada uno.
Cuando discutíamos, yo salía a dar una vuelta a la manzana para calmarme. Así
transcurría nuestra vida en el bosque, tranquila, apacible, desde que nuestra
manzana había caído del árbol -Ley de gravedad mediante- y reposaba
tranquilamente sobre la hierba.
Un día, aciago día, nuestra suerte cambió de
golpe. Y cuando digo “de golpe” no estoy hablando en forma figurada. Literalmente,
cambió de golpe.
Llegaron varios hombres a caballo, un niño
entre ellos. Se apearon de sus cabalgaduras, menos un hombre que tenía las
manos atadas.
-Desatadle -ordenó el que parecía ser el
jefe.
Luego los hechos se sucedieron vertiginosos.
Alguien tomó nuestra manzana y la elevó hasta la altura, calculo, de un metro
veinte, un metro treinta. Teníamos tanto miedo que nos metimos en nuestras casas
y no se pudo precisar con certeza qué es lo que pasó.
-¡Dadle lo necesario para que cumpla la
prueba! -ordenó la misma voz.
Pasaron unos segundos interminables, hasta
que la voz otra vez ordenó:
-Y ahora… ¡disparad! ¡Veamos qué tan buena
es vuestra puntería, Guillermo Tell!
Se sintió una especie de silbido… ¡y nuestra
manzana se partió en dos de golpe!
Desde ese día no he vuelto a saber de mi
familia. ¿Dónde estarán mis hijos? ¿Dónde estará mi mujer? Es cierto que
discutíamos, es cierto que algunas veces me gritaba “¡Andate a tu casa, arrastrado!”,
pero… ¡cómo la extraño, por Dios, cómo la extraño!
EL PERRO (Publicado en Cuentos y más el 09.07.10. En mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 29.04.16 y el 29.04.18. También fue publicado en la página de Facebook: Palabrerío, el 01.05.2018).
Este
hecho ocurrió hace algunos años, cuando yo tenía dos. Catorce, según dicen los
humanos, ya que calculan que cada año de vida de un perro equivale a siete de
la vida de ellos.
Mi amo, un policía antidisturbios, como
todas las mañanas antes de irse a golpear a otros humanos, me había dejado
salir a la vereda. “Te saco a pasear, Sultán”, me dijo, tal como solía decirle
algunas veces a la humana que tiene como compañera: “Te saco a pasear, Susana”.
Salimos a la vereda. Se sentó sobre el
portoncito y yo comencé a orinar todo aquello que sobresaliera de la superficie
de la tierra: el poste de luz, un paraíso, un puñado de tréboles y un arbusto
que todavía resistía sin secarse.
-¡Dejá de mear las plantas, pelotudo! -me
gritó mientras me tiraba una patada que por suerte logré esquivar.
Me fui
a orinar las plantas de otras veredas, así no se enojaba. En eso estaba cuando apareció un perro más
chiquito que yo, que soy un ovejero, y nos olimos los traseros al mismo tiempo.
No sé si todos los humanos lo sabrán, pero el trasero es como nuestro documento
de identidad. “A éste lo conozco”, “A éste no lo conozco”, “A éste sí”, y todo
eso de acuerdo al tamaño, la forma y el olor del trasero del otro perro. A ése
no lo conocía, jamás le había visto el trasero. Se ve que estaba de paso por el
barrio.
Entonces apareció Carlos, un vecino, y se
paró a saludar a mi amo. Le olí las zapatillas, saludándolo. Si le llegaba a
oler el trasero, mi amo me mataba.
-Sacaste a pasear al perro… -dijo Carlos.
-Sí -contestó mi amo-. Como todas las
mañanas.
-No, si yo no te estoy hablando a vos. ¡Le
estoy hablando al Sultán!
UNA VIDA DE PELÍCULA (Publicado en Cuentos y más el 03.08.10).
-Yo
me voy. Me tomo El tren de las 3.10 a Yuma
y no me ves más en tu vida.
-Pero sí, tomátelas. Que El
diablo a las 4 te lleve. ¡Y
ojalá que 101 dálmatas te
muerdan en el camino!
-¡Setenta veces siete deseo que tus
maldiciones se te vuelvan en contra!
-¡Callate, estúpido! Debería darte Los
cuatrocientos golpes.
-¿Y todavía te hacés la ofendida? ¿Hasta
cuándo ibas a jugar a Una Eva y dos Adanes? Lo único que faltaba era que un día te acostaras con
Doce
monos. Me voy ¿entendés? Me voy a
dar La
vuelta al mundo en ochenta días.
Y capaz que me quede 55 días en Pekín.
-No me hagas reír. Bajás esos 39
escalones y en Nueve semanas y media estás de
vuelta en casa. Pero ¿qué estoy diciendo? En 48 horas. ¡Ni siquiera!
¡En 88
minutos! ¡En 44 minutos! Te conozco desde Diez
mil años antes de Cristo. Es más… desde Un millón de años antes de Cristo.
¿Y? ¿Te vas o no te vas?
-Es que… lo pensé mejor. Siempre es bueno Contar
hasta diez. Yo sé que Cien veces no debo ser tan
arrebatado.
-Así que decidís quedarte… ¡Milagro
en la calle 8!
-Vení, vení, festejemos esta reconciliación
transgrediendo el sexto de Los diez mandamientos.
-¡Eso! ¡Haceme la remake de Los
siete magníficos orgasmos que tuve la primera vez que hicimos el amor!
¡Dale, dale!
-¡Eso, dale! ¡El regreso de los siete
magníficos!
FIN
LUGARES COMUNES, CONFLICTOS COMUNES (Publicado en Cuentos y más el 03.09.10).
Lo
voy a matar, si Dios quiere. Si Dios quiere y la policía, como suelen decir. Le
voy a poner un tiro entre ceja y ceja, porque yo, donde pongo el ojo, pongo la
bala. El cornudo es el último en enterarse, es verdad. Pero también, el que ríe
último, ríe mejor. Lo voy a madrugar, porque al que madruga, Dios lo ayuda.
¡Ahí viene! ¡Ya me vio! Está preocupado como perro en bote; nervioso como
cocodrilo en fábrica de carteras; sudando como testigo falso. Espero que me
salude, que no se haga el boludo como perro que lo están culeando.
-¡Qué cara está la cebolla! -me dice a modo
de saludo. Tal vez tenga cola de paja y se haya dado cuenta que el horno no
está para bollos. Le contesto:
-Hola, Julio. ¿Cómo va todo?
-Y, acá andamos… tirando. ¿Y usted?
-Tirando, mientras el cuerpo aguante…
-Calor, ¿eh? Tiempo loco. Encima, dos por
tres llueve.
-Y… lo que mata es la humedad. Uno no sabe
qué ponerse ya, cómo salir a la calle.
-Hablando de calle… Está dura la calle, ¿no?
-Y, sí. ¡Qué se le va a hacer! A esto no le
veo buen fin.
-Mucho robo, ¿no? Juventud perdida, dirían
las personas como usted.
-Los viejos como yo, querrás decir.
-¡Por favor! ¡Faltaba más! ¡De ninguna
manera! ¡Viejos son los trapos!
-Yo también soy viejo, Julio. Y mi mujer es
joven. Pero yo no soy ningún pelotudo, Julio. El diablo sabe por diablo, pero
más sabe por viejo.
-No entiendo. ¿Qué…
-Estás acostándote con mi mujer, Julio.
¡Buena mandarina sos vos! ¡Linda piedra pa´ la honda!
-¡No, don López! Sólo somos buenos amigos.
-¡Buenos amigos, las pelotas! -le grito
mientras saco el revólver del bolsillo. Gracias a Dios no me tiembla la mano.
“Que en paz descanses”, le digo.
Apunto. Tiro. Y cae redondo al piso. Como un
pajarito.
-No somos nada -le digo-. Que te garúe
finito.
Y me voy silbando bajito, como quien no
quiere la cosa, perdiéndome en lontananza.
CUENTO CLÁSICO CON FINAL INCIERTO (Publicado en Cuentos y más el 02.11.10 / Publicado en el libro Borrando Fronteras, antología de microrrelatos de escritores de Argentina, Chile y Perú, de Macedonia Ediciones, octubre de 2014). Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 26.02.2018. Fue publicado en Palabrerío (Facebook) el 17.07.2019.
Tres deseos podía pedir la
familia White a ese amuleto. El primer deseo fue conseguir doscientas libras
para pagar la hipoteca de la casa. El deseo fue concedido. A costa de la vida
de su hijo, Herbert, cuyo cuerpo fue destrozado por la máquinas de la fábrica
Maw & Meggins, que ofrecieron una compensación de doscientas libras a la
familia White por la pérdida de su hijo.
El segundo deseo fue pedir que Herbert
viviera de nuevo. Y Herbert se levantó de su tumba y estuvo a punto de ingresar
al hogar de los White.
El tercer deseo lo pidió el señor White y
los golpes en la puerta cesaron y la señora White abrió la puerta y no había
nadie.
No se conoció jamás el tenor del tercer
deseo que formuló el señor White.
Pero se cree que el tercer deseo fue algo
como “que todo esto sea un cuento, nada más que un cuento”. Desde entonces,
cada vez que alguien abre un libro en la página que contiene “La pata de mono”, de William W. Jacobs,
la familia White vuelve una y otra vez a revivir esta terrible historia.
LA VERDADERA HISTORIA (Publicado en Cuentos y más el 28.12.10 / Publicado en el libro Colectivo Literario La Cerradita, de Tinta Libre Ediciones, Córdoba, julio de 2015).
El séptimo lobezno macho
sentía terror en las noches de luna llena.
-Esta noche vas a dormir a la intemperie,
fuera de la madriguera -le dijo su padre, el lobo, una noche de plenilunio.
-Dejalo, pobrecito -dijo mamá loba.
-¡Va a dormir afuera, dije! ¡Que se haga
hombre de una vez por todas!
Esa noche, el lobito se hizo hombre y nació
la leyenda: se convirtió en el Hombre lobo.
EL ESPEJO (Publicado en Cuentos y más el 24.02.11).
Creo
reflejarme en un espejo. Creo, porque no puedo establecer con precisión si soy
yo quien se refleja, o si es Arerbac Nebur quien se refleja en un espejo.
JUSTICIA (Publicado en Cuentos y más el 16.03.11 / Publicado en el libro Colectivo Literario La Cerradita, de Tinta Libre Ediciones, Córdoba, julio de 2015).
Emocionado, asistí por
primera vez, invitado especialmente por mi trayectoria, a la Convención Anual
de Bromistas Incorregibles.
-¡Bienvenido! -me dijeron -Siéntese.
Me corrieron la silla y caí de culo al piso.
MUCAMA, CON CONOCIMIENTOS DE LITERATURA, SE NECESITA... (Publicado en Cuentos y más el 18.05.11)
La nueva mucama parecía muy eficiente.
Parecía…, hasta que le dijo:
-¿Me daría dinero, señor, para ir a comprar
un cucarachicida?
-¿Un qué?
-Un cucarachicida. Algo para matar las
cucarachas, señor. La cocina hierve en cucarachas. La casa está plagada. Los
cajones del placard, de la cómoda, de las mesas de luz; las alacenas, la cama,
los sillones, el baño…
-¿Usted está loca, señora? ¿Matar las
cucarachas, dice? ¡Las cucarachas no se matan, señora! ¡Recoja ya mismo sus
cosas y váyase! ¡Está despedida!
-¡Usted… estará loco, señor! ¡Ya sabe dónde
se puede meter sus malditas cucarachas!
De un portazo se despidió la nueva mucama.
Había durado medio día.
¡Qué falta de respeto, llamarlo loco!,
pensó.
¿Es que no se dan cuenta, estas pobres
mujeres de tan corto intelecto, de que en cualquier momento pueden matar a
Gregorio Samsa?
CUANDO MÁS GRANDE, MÁS ZONZO (Publicado en Cuentos y más el 26.09.11).
El
nene golpeó la puerta y el hombre abrió. “Buenas noches, señor Alonso”. “¿Te
conozco, hijo?”, dijo éste. “Es posible”, dijo el nene. “¿Y qué deseabas?”.
“¡Caramelos o susto!”, contestó el nene. “¡Tenés razón! ¡Es Halloween, la noche
del treinta y uno de octubre! Pero… ¡ay, ay, ay, qué cabeza la mía! ¡Me olvidé
de comprar caramelos!”. “Tendrá que ser susto, entonces”, replicó el nene.
“Claro, pero… ¿cómo vas a asustarme si ni siquiera estás disfrazado?”. “Lo
intentaré, señor Alonso”, dijo el nene mientras se convertía en el conde
Drácula, extendía su mano derecha y clavaba sus uñas en la garganta del señor
Alonso, quien ya comenzaba a asustarse.
LA SIRENITA. (Publicado en Cuentos y más el 08.03.12 / Publicado en el libro Sensaciones y Sentidos III, antología de microrrelatos eróticos, de España, 2016. Publicado en el periódico El Apogeo de Del Viso, nro. 66, febrero de 2015, junto a otros microrrelatos por el Día de los Enamorados, bajo el título general "El amor en tiempos de cólera". Publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 06.07.2016). Publicado en Palabrerío (Facebook) el 17.07.2019.
Lo
esperó tendida en la arena, como todas las noches, como sólo Neruda podría
retratarla: “… candelabro abierto sobre el pacto del mar y de la tierra”.
El no regresó jamás; y la misma ola que
tal vez hundió el bote pesquero lamió la playa, llegó hasta ella e
inusitadamente cálida se elevó por sus pálidas regiones. Meses después nació
una sirenita con los mismos ojos de su padre.
16 DE OCTUBRE DE 1793 (Publicado en Cuentos y más el 12.04.12).
Gotas
de sangre caen sobre mi cabeza. Son mías. Sé que parece imposible, pero son
mías: caen desde la hoja que acaba de guillotinarme.
Este microrrelato remite a la ejecución de María Antonieta en esa fecha. Posteriormente modifiqué el texto y lo publiqué en el libro virtual Micromanía-3a. Jornada Pilar en Corto-120 Autores-120 textos-120 minutos, narrado oralmente. Lo llamé "21 de enero de 1793". Trata sobre la ejecución de Luis XVI, rey de Francia, consorte de María Antonieta, en esa fecha.
21 DE ENERO DE 1793
Gotas de sangre caen sobre mi cabeza. De mi propia sangre. Sé que parece imposible pero es así. Son gotas de mi propia sangre. Caen desde la hoja que acaba de guillotinarme. Ni Robespierre, ni la Convención, ni el pueblo me perdonaron. Soy Luis XVI, rey de Francia.
ALGUNOS CUENTOS INÉDITOS
EL DESMITIFICADOR
-Maestro
-me dijeron emocionados-. ¡Hemos logrado fotografiar el alma! ¡Vuestra alma!
Mientras meditabas, y gracias a la psicofotografía, hemos conseguido, por fin,
registrar las primeras imágenes del alma de un ser humano. No os ofendáis, maestro, pero la
imagen se asemeja -perdón- al hongo producido por una explosión atómica. Y la
temperatura que se detecta en esta imagen es similar a la temperatura corporal
de un hombre: treinta y siete grados centígrados.
Los miré con ternura, con cierta
indulgencia. ¡Qué inocentes! ¡Qué ingenuidad! ¡Fotografiaron mi alma!
Fui incapaz de decirles que mientras estaba
meditando se me había escapado una flatulencia impresionante.
ABUELA BARKER
La anciana dudaba en cruzar
la calle surcada de baches y mal iluminada. Un muchacho de gorrita con visera y
bermudas hasta los tobillos se acercaba.
-No se asuste, abuela -le
dijo-. ¿La ayudo a cruzar la calle?
-Bueno, m’hijo. Me hacés un
gran favor.
-Faltaba más, abuela -dijo
el muchacho tendiéndole un brazo para que ella se afirmara.
Cuando llegaron a la otra
vereda la anciana metió la mano derecha en la cartera que llevaba colgada del
hombro izquierdo.
-¡Ni se le ocurra darme
propina, abuela! ¡Acabo de cobrar la quincena!
-Entonces… ¡dame la plata,
el celular y las zapatillas! -dijo la anciana mientras empuñaba con firmeza un
revólver veintidós corto. Y agregó:
-¡Y no se te ocurra llamar
la atención de nadie porque grito que me estás asaltando y vamos a ver a quién
le creen!
MAL POBRE (Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 08.03.2016).
La pobreza estaba golpeando
la puerta. La familia trataba de adaptarse y la mujer hacía milagros para
servir comidas económicas, pero nutritivas.
-¡No quiero polenta! -gritó
el marido cascarrabias- ¡El maíz es para los chanchos! ¡Quiero un bife!
La mujer sirvió unos
bocadillos de acelga.
-¡No quiero verdura! -volvió
a gritar el marido cascarrabias- ¡El pasto es para los caballos! ¡Quiero un
bife! ¡Quiero un bife!
-¡Tomá! ¡Este bife es para
vos! -le dijo la mujer mientras le propinaba un tremendo revés con el dorso de
la mano derecha.
El marido cascarrabias
agachó la cabeza ante la mirada dura de sus hijos y mientras murmuraba algo así
como “Está rico, está rico”, comió la polenta y los bocadillos de acelga.
OXIMORON (Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 14.06.2016).
Le pedí a Jorge Luis Borges
su opinión sobre un microrrelato, confieso que tal vez un poco extenso, que yo
había escrito. Lo leí, escuchó atentamente, me pidió que repitiera su lectura y
me dio su veredicto:
-En mi modesto parecer,
perdone usted mi ignorancia, es un inmenso
microrrelato.
Me pareció impertinente
pedirle que me aclarara su opinión: jamás supe si se trató de una alabanza o
una crítica.
LA VIDA SIGUE IGUAL (Publicado en la página elbicnaranja.wordpress.com / Viernes creativo:Escribe una historia, el 08.07.2017.
Aturmado y abrudido, con sus
pensadidos confunmientos, tacicólico y melanturno, contempló el casanante
impresiomiento de la que fuera su prodísima querimetida. “Estoy totalcido
convenmente”, dijo. “Esto no puede causarme ninguna afectamática, ninguna
probleción. Ni siquiera una urtísima levicaria. A pesar de todo, mi exismente
continuará normaltencia”.
Por las dudas, lo voy a traducir:
Aturdido y abrumado, con sus pensamientos confundidos, taciturno y melancólico, contempló el casamiento impresionante de la que fuera su prometida queridísima. " Estoy totalmente convencido", dijo. "Esto no puede causarme ninguna afectación, ninguna problemática. Ni siquiera una urticaria levísima. A pesar de todo, mi existencia continuará normalmente".
UN FILM DE FRANCOIS TRUFFAUT. Publicado en la página de Facebook "Palabrerío", el 15.03.18.
El
asesino a sueldo atiende un llamado en su oficina: “Esta tarde te entregarán un
sobre con dos entradas para el Carnegie Hall. Ya sabes, está en la Séptima
Avenida, en Manhattan. Tu víctima será un integrante de la orquesta sinfónica.
Es un doble agente, pero, aún no sabemos quién es. Una entrada es para la
platea. A tu derecha se sentará un hombre que te indicará a quién debes
dispararle. Puede ser que tu informante ya esté ahí o que llegue más tarde. Una
vez que él te dé la orden, te dirigirás a un palco. Es la otra entrada que
recibirás en el sobre. Estarás allí absolutamente solo y desde allí
dispararás”.
Por la tarde, el asesino recibe el sobre con
las dos entradas. Llegado el momento, se dirige al Carnegie Hall.
Mientras tanto, en el teatro, un matrimonio
ocupa sus dos lugares en la platea, un asiento más allá del que tomará el
informante. Pasan cinco minutos, los integrantes de la orquesta comienzan a
ocupar sus lugares y delante de la mujer se sienta un hombre muy alto que le
dificulta la visión. Se lo dice a su marido y deciden correrse un asiento hacia
la izquierda mientras no llegue su ocupante.
El asesino se sienta al lado del hombre y
piensa en la astucia de quienes lo contratan, enviando un matrimonio común y
corriente de los que proliferan en la Gran Manzana para informarle a quién debe
liquidar. Se alegra también de que no tenga que esperar demasiado para terminar
su trabajo y encontrarse cuanto antes con Elizabeth, esa pelirroja infartante
que conoció la semana pasada.
En ese momento, la mujer le dice al oído a su
marido, mientras el asesino repara en ese gesto y cree que por fin le señalarán
a su víctima:
-Ahora que veo a la gente de la orquesta…
¿cómo se llamaba esa película de Francois Truffaut que vimos el año pasado?
-¿Cuál? -dice él en voz más alta.
-La que tiene a Charles Aznavour como
protagonista -susurra ella.
-Disparen sobre el pianista -le contesta él.
-Correcto, señor -dice el asesino, mientras
se levanta y se dirige hacia su palco.
-¿Viste, querida? -dice el hombre -¡El señor
también conocía la película!
MALKOVICH CÁMELAS, DETECTIVE DEL PRECINTO 56. Fue publicado en la página de Facebook "Palabrerío, el 15.03.18.
El
sargento Malkovich Cámelas, ascendido recientemente a Detective en el mítico
Precinto 56 de Nueva York, supo ganarse un lugar preponderante entre sus pares
gracias a su extraordinaria intuición, el olfato de un sabueso, como suelen
decir sus colegas.
Malkovich Cámelas, a pesar de su origen
latino, logró el ascenso luego de la resolución de un caso escalofriante.
Solterón empedernido, más debido a su fealdad que a su propio deseo, huraño,
gruñón, malhumorado, suele ser llamado “Malko” por sus amigos, y “Sargento
Cámelas” por los demás, a pesar de que ya tiene el rango de detective.
El azar quiso que Malkovich Cámelas llegara
antes que el promocionado investigador Robert Ironside al lugar donde se había
cometido un crimen caratulado como “sangriento” por la prensa amarilla: la
víctima yacía en el piso de su habitación en un inmenso charco de sangre -por
eso lo de “sangriento”, justamente-, con un hacha clavada en su cabeza, una
flecha en la espalda, un puñal en el estómago y un atizador en la carótida, que
además, había sido seccionada. Una motosierra con la espada ensangrentada,
luego de haber amputado ambas piernas del occiso, descansaba sobre una mesa de
noche y varios orificios de bala, en distintos lugares del cuerpo, completaban
el macabro espectáculo.
El sargento Cámelas, luego de inspeccionar
con minuciosidad de filatelista el lugar del hecho y el cadáver, dictaminó la
sentencia que posibilitaría la resolución del caso en veinticuatro horas y le
valdría el ascenso a detective. Textualmente, le dijo a su ayudante : “Muerte
natural no es”.
A partir de ahí, su carrera fue meteórica.
Ya como flamante detective, resolvió en medio día un crimen de extraños
ribetes. Un conocido actor de Hollywood, siempre sospechado de homosexualismo,
apareció muerto en su dormitorio, tal como Dios lo trajo al mundo, sobre su
cama, en una significativa posición que la prensa amarilla, cuándo no, no dudó
en calificar de “perruna”. El cabo de un cuchillo sobresalía de su espalda.
Malkovich Cámelas recorrió la habitación,
percibió el aroma de un sahumerio, apagó un velador que proyectaba una tenue
luz roja, apreció una suave melodía de Elton John, recogió un pote de crema
para manos que había caído al piso alfombrado y profirió la frase que en poco
tiempo daría la vuelta al mundo policial, desde la Sureté de París, hasta la
mismísima Scotland Yard y el Departamento de la Policía Federal en Virrey
Ceballos, Buenos Aires.
Señalando el cuchillo que sobresalía de la
espalda de la víctima, le dijo a su ayudante, sin titubear: “Este pillo, lo que
menos esperaba era un cuchillo”.
A partir de esta contundente, esclarecedora
frase de Malkovich Cámelas, el caso fue resuelto en menos de doce horas. El
emblemático alcalde de Nueva York, el propulsor de “Tolerancia Cero”, Rudolph
Giuliani, nada menos, le concedió la “Medalla al Mérito”.
Una placa de bronce, desde aquel día,
recuerda a todos los visitantes que en el Precinto 56 cumple sus funciones el
extraordinario detective: “Aquí desempeña su impecable labor de investigación
el Detective Malkovich Cámelas”. La palabra “desempeña” es una pieza móvil de
bronce, ya que las autoridades del precinto planean cambiarla cuando el
detective finalmente se retire, por la palabra “desempeñó”, en el afán de
ahorrar dinero a la ciudad de Nueva York, cuna del ya famoso detective, el
otrora Sargento Cámelas.
LA SOMBRA DEL JINETE SIN CABEZA
El 7 de julio de 2015 fue publicado en el segmento: El autor invitado, en la página El Eclipse de Gyllene Draken, del escritor Pablo Martínez Burkett. El 04.02.18 fue publicado en la página RevistamiNatura (CF, Terror y Fantasía).
El Eclipse de Gyllene Draken
LA SOMBRA DEL JINETE SIN CABEZA
Debo atravesar, cabalgando durante toda la noche, las
estribaciones de la sombría Montaña de la Furia, el lugar donde vagan por
siempre, cometiendo toda clase de atrocidades, los jinetes sin cabeza, los
enemigos que el rey Derzahla hace decapitar y que el mago del rey, el poderoso
mago Hucthul une junto a sus cabalgaduras, creando un nuevo ser monstruoso,
diabólico, que es caballo y hombre a la vez. Hombre sin cabeza. Jinete sin
cabeza. Hablan, o gritan, o maldicen, o relinchan, o emiten un sonido gutural,
espantoso, que parece surgir al mismo tiempo de las fauces del caballo y del
cuello cortado del jinete. Y esa voz, ese sonido, hiela la sangre. Atacan a
viajeros, lugareños y fugitivos del reino. Es inútil dispararles con un arma de
fuego o pretender destruirlos por medio de la espada. No hay forma de matarlos.
Porque están muertos. Pero andan, deambulan, galopan, se encabritan y atacan
como seres vivos. Luchan con la astucia de un hombre y la fuerza de un caballo.
Perciben sonidos y aromas que el hombre jamás ha percibido e imaginan
estrategias que el caballo jamás podría haber configurado.
Son indestructibles. No hay fuerza conocida que pueda
contra un jinete sin cabeza. El terror paraliza a los hombres más valientes
cuando se enfrentan a ellos. Pero atravesar este camino, el de la Montaña de la
Furia, es la única forma de huir de esta tierra maldita. Es lo que me he
propuesto esta noche que con seguridad será interminable. Huir a otras tierras
soleadas, a otros lugares felices más allá de esta frontera endemoniada.
Como todo fugitivo siento terror de enfrentarme a un
jinete sin cabeza. Sólo ver a uno de ellos produce escalofríos; la sangre parece
abandonar el cuerpo y hasta las bestias enloquecen ante sus horrendas figuras.
De día es imposible huir atravesando la Montaña de la
Furia. Los jinetes sin cabeza desaparecen en cuanto asoma la luz del sol, pero
los esbirros del rey prenden a cuanto fugitivo se acerque a la frontera durante
el día. La pena es la decapitación pues se supone que el que huye es enemigo
del rey. El decapitado luego es unido a su cabalgadura por el mago Hucthul,
convertido en un nuevo jinete sin cabeza y condenado a vagar a perpetuidad por
esta siniestra montaña, asesinando a todo aquel que pretenda huir del reino y
se cruce en su camino durante la noche.
Unos oscuros nubarrones favorecen mis planes
ocultando la luna. Casi, casi, debo adivinar el camino. Tampoco es una garantía
que haya una oscuridad casi absoluta, ya que la visión nocturna de un jinete
sin cabeza es superior a la de cualquier hombre normal, así como también su
olfato. Me pueden detectar aun sin verme.
De repente, el viento. Estos cambios climáticos son
comunes en esta zona y tanto puede ayudarme alejando mi olor de algún jinete
sin cabeza, como perjudicarme llevando mi olor hacia otro de estos seres. Pero
lo peor es que el viento comienza a disipar las nubes y en poco tiempo más
brillará la luna llena iluminando con todo su esplendor las estribaciones de la
Montaña de la Furia.
Lo que tanto temo se produce a los pocos minutos. El
último nubarrón se aleja, se aleja, se aleja... y la luna llena baña con su luz
plateada árboles y rocas, senderos y monte impenetrable, caballos y hombres,
fugitivos y jinetes sin cabeza.
¿Cuánto? ¿Cuánto tardará en avistarme uno de ellos?
¿Cuánto tardará un jinete sin cabeza en descubrirme, en darme alcance, en darme
muerte? Doblo en un recodo del camino y sobre la ladera de la montaña que
aparece enfrente, iluminada por la luna, lo descubro. El terror me paraliza. Mi
cabalgadura permanece inmóvil como si acompañara mi pesar. Miro hacia atrás
imaginando una huida y descubro la luna llena a mis espaldas. La luna que
proyecta mi figura, mi sombra en la ladera de la montaña que tengo enfrente. Mi
propia sombra. La sombra de un jinete sin cabeza.
LA NIEBLA - Fue publicado en forma de historieta de una página en la revista Eroticón nro. 51, junio de 1988, de Editores Asociados, donde colaboré con guiones de chistes, tiras e historietas, ideas y textos, desde 1986 hasta 1991. Los créditos figuran al pie de la historieta como: Idea: Rubén Cabrera / Guión: Néstor Barrón / Dibujo: Féliz Saborido.
Esta niebla va a volver locos a todos.
Excepto a mí, claro, ya que favorece mis planes. Confieso que jamás había visto
algo igual, ni en este lugar ni en Londres. La gente tiene miedo de andar por
las calles hasta bien avanzado el día; el sol tarda horas en disipar su
espesura. Las nubes, esos espesos nubarrones grises del invierno, parecen haber
descendido al nivel del suelo.
Si de día es terrible, se imaginan lo
que es de noche. Los focos de luz sólo conceden a la niebla una blancura casi
irreal, brillante, fantasmagórica. Nadie puede ver más allá de tres yardas, es
decir, unos tres metros, more or less, más o menos. Ni un gato puede ver bien
en esta niebla; parece una cortina blanca que avanza delante de uno a medida
que uno avanza; el humo espeso de un incendio.
Algo de eso hay, dicen los diarios.
Parece ser que algunos argies están quemando pastizales y que el humo
resultante se mezcla con la niebla. Puede ser; la niebla no huele así. La
niebla de Whitechapel olía a frituras, a mugre, a aguas servidas y a orín de
los borrachos. Olía a miedo. El miedo se palpaba, casi como se puede palpar
esta niebla espesa como si fuera un cuerpo sólido y no gaseoso.
Oigo pasos. Alguien se acerca.
“¡Señorita, señorita!”, le digo a una figura humana. “¡Oh! Perdón, caballero,
me confundí. ¡Esta niebla…!”.
¡Ah! Ya no es lo mismo que antes. Esta
niebla durará sólo unos días. Hasta que todos los pastizales se quemen. Hasta
que llegue la primavera. Ya no soy como en aquel entonces. El frío de la noche
y hasta la misma niebla, mi aliada, perjudican mi garganta. Tengo un resfrío
que persiste desde hace meses, una tos que más de una vez perjudica mis planes.
En mil ochocientos ochenta y ocho tuve en jaque nada menos que a todo Scotland
Yard. Hasta la mismísima corona británica tambaleó. Y ahora, en dos mil ocho,
cuando se cumplen ciento veinte años de mi gesta vindicatoria, apenas si me
persiguen los policías gordos y fuera de estado de este lugar insignificante, maloliente,
a orillas del Río Reconquista. ¿Dónde vine a reencarnar, shit? Creo que debería
retirarme. Esto no es Londres, ni este barrio es Whitechapel, ni es lo mismo
que te digan Juancito, el carnicero, en vez de Jack, the ripper. No es lo
mismo, no.
¡Ahora sí! Esos son tacos femeninos. “¡Señorita,
señorita!”. Los pasos se sienten más cerca. Ellas, como las prostitutas de
Whitechapel, ofrecen su pecaminosa mercancía aun en estas noches de niebla, aun
en estas noches de miedo luego de las cuatro pecadoras que ya me he encargado
de llevar al infierno. Se acerca, ya la tengo enfrente; y mientras le digo
“¡Toma, maldita prostituta!”, un brillo fugaz, letal, desciende hasta su
vientre.
Desgarro sus ropas y… ¡Oh, no! ¡My god!
¡Es un travesti! ¡Y qué flor de…
Ya no se puede seguir así. Con
seguridad, ésta, perdón, éste, será la última, perdón otra vez, el último que
descuartice. Y mañana, quién lo duda, los diarios se burlarán de Jack, the
ripper, con titulares tamaño catástrofe diciendo “¡Juancito, el carnicero, se
llevó flor de chasco!”.
Basta para mí. Basta. I can’t go in this
way.
LA SOPA DE NANCY
Con algunos componentes de La niebla, este cuento ganó el Tercer premio en Cuento corto en los Juegos Florales Del Pilar 2013, organizado por la Municipalidad del Pilar, Subsecretaría de Educación, Cultura e Integración, Casa de Cultura del Pilar. La frase en cursiva es una de las consignas que se dieron a los participantes.
La noche oscura. Una prostituta
borracha camina por la calle solitaria, sembrando los fragmentos de una
canción, como pétalos marchitos. Corre
el año 1888 y ya han aparecido muertas tres compañeras de su oficio, el oficio
más antiguo del mundo, según dicen, en Whitechappel, el sórdido barrio de
Londres que está siendo asolado por alguien que se hace llamar Jack, the ripper.
Jack, el destripador, tal como se lo hace saber a Scotland Yard, burlándose de
los sabuesos londinenses.
La niebla casi impenetrable parece el
humo espeso de un incendio, una pared sólida que el sol, el leve sol del
invierno, tarda horas en disipar cuando llega el día.
Ella no tiene temor. Además, necesita
los pocos peniques que pueda conseguir esa noche que, en realidad, ya ha
empezado para ella hace algunas horas. Necesita esos peniques para nutrir con
verduras y algún pedazo de carne la olla que a diario completa con las
ganancias de su oficio, y que generosamente reparte entre los indigentes de
Whitechappel, el barrio más desamparado, mugriento y hambriento de Londres.
Apenas hace una hora ha tenido que
derramar el contenido de una olla repleta, perdiendo de ese modo el alimento
que iba a brindar esa noche a pordioseros y desocupados.
Apenas hace una hora y cuarto ha
recibido en su casa la visita de un caballero de finos modales quien le había
prometido generosa paga. Una suma tan importante que le permitiría llenar la
olla durante todo el mes. Pero, la paga nunca llegó a concretarse.
Ella había comenzado a mostrar sus
encantos. El caballero se había acercado a ella. La olla hervía en un brasero y
ella, antes de concretar el servicio que él había solicitado, decidió
incorporar un puñado de sal y revolver el contenido por enésima vez.
Entonces el caballero abrió su capa y
ella alcanzó a ver en un segundo cómo un brillo fugaz trataba de descender
hasta su vientre. Estaba al lado de la sopa y no dudó ni un instante. No tuvo
tiempo de asir la olla con dos trapos para no quemarse las manos. La tomó con
todas sus fuerzas y arrojó todo el contenido a la cara del caballero. Éste,
cegado momentáneamente, sorprendido por esa acción inesperada, le dio el tiempo
suficiente a Nancy para abandonar la habitación y huir hacia la calle.
Luego corrió y corrió hasta encontrar
un bar. Se tomó media botella de brandy y, dispuesta nuevamente a llenar la
olla, emprendió la búsqueda de nuevos clientes que estuvieran propensos a
gastar unos peniques con el oficio más viejo del mundo.
Otro de Jack, el destripador.
UN APODO COMÚN (No es inédito. Fue publicado en Cuentos y más el 08.09.09 / Publicado en el libro Colectivo Literario La Cerradita, de Tinta Libre Ediciones, Córdoba, julio de 2015).
-Sois
demasiado generoso con una pobre prostituta como yo, milord. Jamás han cotizado
tanto mis servicios en este miserable barrio.
-No hables tanto y gánate las libras que
te he dado. Muéstrame tus encantos.
-Como digáis, noble caballero. Bien que lo
habéis pagado. ¿Podríais… podríais, si no os ofendéis, daros a conocer? ¿Cómo
debo llamaros?
-Yo soy… -dijo él susurrándole un nombre
al oído.
Ella lanzó una exclamación.
-Pero… pero… no era necesario que os
identificaras con vuestro verdadero nombre.
-En ese caso, tengo un apodo muy común. Puedes
llamarme Jack, como me llaman en Scotland Yard, como me llama todo Londres…
LA SIMIENTE DEL VAMPIRO
No
era la noche de Walpurgis. Ni siquiera era una buena noche de luna llena. Era
sólo una noche en qué, como tantas otras, el ancestral llamado de la sangre
ajena, el estigma que lo condenara por centurias al justificado odio de sus
probables víctimas, lo había impulsado a efectuar una nueva cacería en busca de
un desafortunado cuello que calmara su sed. Pasó presuroso frente a una
vidriera que no lo reflejó, se estremeció al observar la cruz iluminada de una
iglesia cercana, y más tarde se deleitó con el aullido tenebroso de un perro
que había detectado, con un sentido vedado a los humanos, la presencia del Mal.
Se alejó de las calles céntricas, donde su aspecto tétrico, su palidez cadavérica,
despertaban la curiosidad de los pocos transeúntes. Se internó cada vez más en
los suburbios, en busca de un resquicio, una puerta o una ventana entreabierta,
que posibilitara su acceso a una nueva víctima. Podría haber ganado tiempo
convirtiéndose en un verdadero vampiro, es decir, en un mamífero quiróptero que
con su cuerpo alado lo proyectase veloz por los techos para ganarle minutos al
alba que se aproximaba, pero prefirió continuar con su apariencia humana.
Había comprobado que bajo la forma de vampiro sólo causaba repulsión; pero
adoptando el aspecto de un ser humano generaba terror, un profundo y genuino
terror que complacía su ego y paralizaba a sus víctimas, facilitando su labor.
No era su costumbre andar violentando
puertas. La tradición, su idiosincrasia, el estilo que había generado su
leyenda, eran lo último que se resignaba a perder en ese mundo que poco a poco
aniquilaba todo resto de romanticismo con su tecnología implacable.
Una luz se apagó en una ventana cercana.
Un insomne, por fin, se dejaba vencer por el sueño en esa calurosa noche de
verano. Se acercó a la casa, saltó una verja, transpuso un jardín arbolado y
ubicó la ventana entreabierta del dormitorio que albergaba a su futura víctima.
Abrió la persiana con suavidad, trepó hasta el alféizar y corrió con cuidado
las cortinas, descendiendo en el interior de la habitación. Recién entonces
miró a su presa. Una sola persona ocupaba el centro del lecho: una mujer que
cualquier ser humano hubiese tildado de espléndida, desnuda por completo. Ni
siquiera pendía de su cuello una de esas dichosas crucecitas a las que tanto
temía. Sus largos y oscuros cabellos caían ensortijados sobre los turgentes
senos, una mano pendía en el borde de la cama y la otra cubría el monte de
Venus. Las piernas entreabiertas dejaban apreciar su sexo, sus nalgas blancas,
perfectas, incitantes. Luego, ella se volvió en la cama con un ligero temblor y
le ofreció la visión de una espalda que ya desde los hombros presagiaba el
magnífico remate de sus glúteos.
Por un momento, por un solo instante,
cautivado por la exuberante figura, acudieron a su memoria aquellos días tan
lejanos, en el principio de los tiempos, cuando los dioses paganos todavía
copulaban con los hombres.
Se acercó al borde de la cama, se
inclinó en silencio sobre la mujer y tocándole un hombro la hizo girar hasta
que quedó nuevamente boca arriba. Ya era hora de considerar con seriedad la
llegada del alba, por ende de su destrucción, no perdiendo más tiempo en
disquisiciones que lo alejaban de su cometido. Acercó resuelto sus colmillos
al cuello de la mujer, en el mismo instante en que ella abrió los ojos. No
alcanzó a emitir un solo grito. Los ojos de él se clavaron en los suyos y un
sueño apaciguado la venció. Otra vez se dispuso a efectuar el viejo rito, cuando ella giró la cabeza e interceptó su
boca con sus labios entreabiertos. Se quiso apartar, confundido, pero la mujer
se lo impidió rodeándole el cuello con los brazos, sumida en una profunda
hipnosis. Cayó sobre ella y los senos duros, erguidos, se apretaron contra su
pecho. La lengua de la mujer jugueteó con su lengua y una mano de ella se
hundió primero en su propio sexo, mojado y tibio. Luego, con la misma mano, tocó
con suavidad primero, con firmeza después, los genitales de él, hasta que una
erección incontrolable se apoderó de ese miembro jamás hollado por ser
viviente alguno. La sangre, la valiosa sangre que constituía su alimento,
inundó las paredes cavernosas de su sexo convirtiéndolo en un poderoso ariete
dispuesto a arremeter, y por primera vez en siglos una poderosa sensación se
apoderó de él. Separó con delicadeza las piernas de la mujer, desabrochó con
urgencia los botones de su viejo pantalón negro, y entonces sí, el monstruo
abominable, el detestable habitante de las tinieblas, amó y gozó con el sexo
de una mujer como jamás hubiese gozado aunque tuviera para sí todas las
palpitantes yugulares de esa maldita ciudad. Amó, acarició, besó y penetró ese
cuerpo de mujer una y otra vez hasta que sus fuerzas comenzaron a flaquear,
invadido por una extraña modorra, un cansancio infinito que lo agotó en
extremo, sumiéndolo en un apacible y reparador sueño.
De haber sabido que los exponentes
machos del género humano suelen quedar extenuados luego de un tiempo de intenso
placer, habría tratado de retornar a su morada antes de permitir la derrota de
sus viejos huesos cansados. De haber sabido que la sangre que inflamara su
miembro durante tanto tiempo de pasión había privado al resto de su hambriento
cuerpo del vital elemento, dejando sus venas tan exangües como las de tantas
víctimas desangradas, habría tratado de alejarse de ese lugar que de día no le
resultaría tan acogedor como esa noche. Pero no pudo sustraerse al hechizo de
ese cuerpo cautivante, ni sobreponerse a ese cansancio desconocido, y
murmurando palabras impensadas para un monstruo de su estirpe, se durmió con
una sonrisa apoyado sobre el vientre tibio y palpitante de esa mujer que de
víctima, se había convertido, de repente, en victimaria.
A las cinco de la mañana comenzó el
primer turno de la fábrica, y Juan pudo abandonar su labor de vigilancia
nocturna. Había dormido de a ratos esa noche ya que al fin contaba con el
ayudante solicitado hacía largo tiempo. Tenía más ganas de tomar un café y
comenzar una nueva jornada que de acostarse a dormir soportando el clima de
ese tórrido verano. A lo sumo, tenía más ganas de hacer el amor que de ponerse
a dormir, aunque a Lucía jamás le había agradado demasiado amar de madrugada.
Llegó en veinte minutos a su casa. Entró sin
hacer ruido, se dio una ducha rápida y entró desnudo al dormitorio, sin
encender la luz. La pálida luminosidad del amanecer que se filtraba por la
persiana le reveló la figura borrosa de un hombre semidesnudo sobre el cuerpo
de Lucía. Como estaba en el centro de la habitación, lejos de la llave de luz,
sólo atinó a correr hasta la ventana y abrirla de par de par. La luz del alba,
la blanca y tranquilizadora luz del alba, inundó el dormitorio, eliminando de
un solo golpe las amenazantes sombras de la noche. “Una sombra, era nada más
que una sombra”, murmuró Juan.
Cerró las ventanas, encendió un velador
y despertó a Lucía. Ella le relató un extraño sueño pleno de pasión, desenfreno
y hasta un vago terror inexplicable. Una pesadilla, tal vez. El le confió
avergonzado haber creído que un hombre se encontraba sobre el cuerpo desnudo
de ella. Ambos acordaron encontrarse muy predispuestos a entregarse al viejo y
divertido juego del amor.
Cuando Juan bajó la mano hasta el sexo
de Lucía no pudo menos que exclamar:
-¡Estás empapada! ¡Por Dios!
-A menos
que sea por un dios pagano… Yo creo que es por mi sueño erótico… y por vos- le
reconvino ella abrazándolo.
Esa noche, un espermatozoide, sólo uno
entre más de mil millones que inundaron el sexo de Lucía, logró proyectarse más
allá de las paredes vaginales, originando en el rojizo, sanguinolento útero,
la simiente de una nueva vida.
EL PRIMER CUENTO QUE ME PUBLICARON
BIENAVENTURADOS LOS POBRES: Fue en la revista TODOS, de Del Viso, en el número 2, agosto de 1981, dirigida por Eduardo Catalá, un lujo para la época. Duró hasta el número 8. Me alegré cuando el director me dijo que el cuento sería publicado y me decepcioné cuando vi... ¡que olvidaron mencionar al autor! Mi nombre aparecía en el staff, pero nadie podía relacionarlo con el cuento. Posteriormente, publiqué otro cuento en Todos, El mundo fantástico, y algunas notas.
Lo transcribo tal como apareció, ya que escaneé la página de la revista. Hoy, corregiría la puntuación, sobre todo algunas comas o puntos y comas; corregiría el texto, cambiando la forma pero no el fondo; sería mucho más duro con el tipo que lo saca de la iglesia y ampliaría en pocas líneas el mundo de Emilio.
LOS CUENTOS PREMIADOS
En noviembre de 1974, en el Concurso de Obras Literarias Inéditas organizado por la Municipalidad de La Matanza, llamado "Fiesta de las Letras Argentinas-Premio Almafuerte", obtuve mención en el Género Cuento con "El filántropo". Cinco géneros literarios se juzgaban en ese certamen: Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y Poesía. Recuerdo que en Teatro ganó una obra conjunta de Ulyses Petit de Murat y César Tiempo; en Poesía, Luis Ricardo Casnati y supongo que en Cuento, Antonio Di Benedetto. Meses después, cerca de la SADE Capital Federal, conocí, no sé en qué circunstancias, a Aristóbulo Echegaray. Le comenté de mi satisfacción por haber obtenido una mención en ese concurso y me dijo: "Le dieron premios a cualquiera". Seguramente, se referiría a alguna mención como la mía, por ejemplo, y no a los autores que he mencionado. Igual, no me decepcioné y seguí escribiendo. Tal vez no haya sido ése el caso, pero yo también he sangrado por la herida cuando no me han premiado.
EL
FILÁNTROPO
El señor G. F. se disponía a bajar de
su lujoso automóvil cuando un mendigo se apresuró a abrirle la puerta con
ampulosidad. Más tarde, cenando en un exclusivo restaurant, una mujer mal
entrazada se acercó ofreciéndole un ramito de violetas; más tarde aún, luego de
la cena, descubrió a un vagabundo buscando restos de comida en los tarros de
desperdicios. Y aunque a todos ellos les dio dinero, admitió interiormente que
ésa no era la solución. No era cuestión de no darles ese dinero, ya que al
menos, momentáneamente, ellos paliaban su situación, sino de encontrar una
solución definitiva a ese problema social.
Todos los que transitan diariamente
las grandes ciudades se han acostumbrado a ver a sus mendigos. Ellos
representan una pincelada más de lo cotidiano, como los ómnibus, los ascensores
y las veredas saturadas de gente. Y así como a nadie le preocupa demasiado que
los semáforos no funcionen, los ómnibus se retrasen o la gente impida el paso,
así tampoco les importa seguir viendo a los mendigos en su desventurada
situación. Pero alguien, en esa ciudad por lo menos, debía ocuparse del asunto.
Fue así que el señor G. F., siendo benevolente, filántropo, rico y poderoso
como sobradamente era, halló una solución que estimó completamente justa.
Meditó un tiempo, pulió todas sus
ideas y repentinamente un actividad febril ocupó sus días. Adquirió un inmenso
solar en las afueras de la ciudad;
contrató personal especializado que durante un tiempo construyó en la
finca todo lo necesario. Como también necesitaba un medio de transporte adecuado,
encomendó a un fabricante, íntimo amigo suyo, la adaptación de un camión para
el traslado de los mendigos. En poco tiempo todo estaba preparado en el lugar
para recibir a los parias de la ciudad. El primer paso ya estaba dado. Ahora,
sólo debía ganar la simpatía de los mendigos, a fin de que accedieran gustosos
a trasladarse al lugar. Un joven vagabundo, quien primero fue bien alimentado y
luego acostumbrado a encontrar dinero en sus bolsillos, fue instruido al respecto.
Cuando conoció en su totalidad el proyecto del señor G. F. compartió plenamente
sus ideas, abrigando a su vez la esperanza de terminar para siempre con el
problema de los mendigos. Comenzó su trabajo reclutando entre sus iguales
grandes contingentes que fueron enviados a la finca, con la promesa de
emprender una nueva vida.
En un corto plazo ya se veían muy
pocos mendigos en la ciudad. Aun así, restaba trabajar mucho para un éxito
total. Algunos se resistían a cambiar su forma de vida y otros, que delinquían,
tampoco lo deseaban. Pero, el señor G. F., al margen de los contratiempos,
continuaba firmemente con su humanitaria labor.
Fue por aquellos días que el teniente
Aguilar, de Robos y Hurtos, trataba
infructuosamente de ubicar a un mendigo apodado “El tuerto”, informante de la
policía. Le extrañaba no sólo no encontrar a éste, sino no ver casi ningún
mendigo en toda la ciudad. Visitó los sitios que “El tuerto” solía frecuentar,
preguntó a los pocos vagabundos que encontró, pero nadie pudo darle el menor
informe. Muy intrigado, temiendo una venganza del hampa contra su informante,
aprovechó unos pocos días de licencia que le quedaban para investigar por su
cuenta la desaparición. Con una barba de días, ropas harapientas y la pistola
reglamentaria colgando pesadamente en un viejo saco, se abocó a la investigación.
Mientras, el señor G. F. continuaba con su labor, en forma anónima, por
supuesto, ya que no deseaba que trascendieran sus obras de bien.
El teniente Aguilar no debió esperar
demasiado para desentrañar el misterio. Había ubicado a un hombre joven quien
le explicó sobre las ventajas de la nueva vida propuesta por el señor G. F.
También le había hablado de un grupo de mendigos que inmediatamente sería
enviado a la finca, ofreciéndole sumarse a él. Aceptó; y esa noche, en una
esquina de un barrio alejado del centro, se encontró con aquel grupo, esperando
al guía que todos conocían. Unos veinte mendigos se reunieron en el lugar,
eufóricos, ansiosos, esperando a su salvador.
Apareció un camión y todos fueron
instados a subir a él por el individuo que el teniente había conocido, quien
guiaba el vehículo. El camión se puso en marcha transportando su bulliciosa y
maloliente carga en la parte trasera, una caja metálica con ventanas laterales.
Al poco tiempo de marcha alguien dijo que hacía demasiado calor e intentó abrir
esas ventanas. Fue imposible. Eran meros adornos que, vistos desde el exterior,
semejaban ventanas. Algunos se intranquilizaron hasta que descubrieron varios
agujeros en el techo pensando que podían ser de ventilación. Pero, lo que salió
de ellos no fue el aire fresco que todos esperaban sino un humo gris que poco a
poco invadió el recinto. Los mendigos gritaron y golpearon las paredes
metálicas. Demasiado tarde comprendió el teniente Aguilar que el caño de escape
de gases derivaba en el inte-rior del vehículo. Extrajo su pistola y disparó
contra los puntos que supuso vulnerables. Fue inútil. Una garra le oprimía la
garganta. El monóxido de carbono comenzó a hacer estragos.
El camión llegó a la finca y en unos
grandes hornos fueron cremados los cadáveres. El hallazgo de la pistola no
extrañó a nadie porque el teniente Aguilar no llevaba ninguna documentación y
supusieron que el arma era robada. El señor G. F., una vez más, sonrió feliz:
pronto no quedarían mendigos en la ciudad. Recordó su pasado como criminal de
guerra nazi y razonó que con estas obras de bien aliviaba su conciencia de las
atrocidades que había cometido entonces.
Hay quien dirá que estaba loco. Él
gustaba definirse como “visionario”.
En noviembre de 1984 obtuve Mención en el Primer Salón Nacional de Escritores Bancarianos. Con "bancarianos" se refiere a la condición de afiliados a la Asociación Bancaria. El cuento "Recuerdos" también está en otra entrada de este blog, así como también "Mi querido viejo" ( "Recuerdos" reducido a su mínima expresión): Algunos cuentos cortos y microrrelatos. Por este cuento, además del diploma, obtuve un cheque por cinco mil pesos argentinos ($a 5.000.-). "Recuerdos" también fue publicado en el periódico El Apogeo de Del Viso nro. 12, agosto de 2010. El 18.06.2017 lo publiqué en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera. Fue publicado abreviado en Cuentos y más, como "Mi querido viejo!", el 16.06.2011. Fue publicado completo en el periódico El Apogeo de Del Viso, en el nro. 12 de agosto de 2010.
RECUERDOS
Andrés,
mi hijo menor, jugaba solo, con una pelota de fútbol, en el terreno baldío
lindero con mi casa. Mientras él hacía imaginarios goles, yo cortaba el cerco
de ligustros y mi imaginación volaba sin ataduras por un pasado que no recreaba
demasiadas veces.
Alejado de los papeles, las cifras
astronómicas, los rubros contables y la ajetreada semana de la oficina; sin el
tableteo de máquinas de escribir y sumadoras, con la única preocupación de
cortar el cerco parejito, mi mente podía dedicarse enteramente a mí, los fines
de semana.
Era sábado, y un día como ése, mucho
tiempo atrás, habría aparecido mi padre a visitarnos, como casi todos los
sábados por la mañana. Antes de llegar a mi casa, habría pasado por la casa de
mi hermana, ya que en su caminata la encontraba primero; y luego sí, con todo
su tiempo disponible, aparecía por mi casa.
Me alegraba interiormente de ser el
último que visitara, con un poco de egoísmo de tenerlo más tiempo para mí.
Entonces, charlábamos horas de cualquier tema, sin que yo escuchara ningún
reproche por mis pocas apariciones por su casa. El, con una salud precaria en
los últimos años de su vida, era quien efectuaba visitas más frecuentes. “Vos
no te preocupes, que tenés mucho trabajo con tu casa nueva. Yo ya tengo todo
hecho, y aunque tuviera algo para hacer, no tengo muchas ganas. Prefiero
charlar con mis hijos… ¡Mirá qué día para aprovechar al aire libre!”
Llegaba después de las diez a
visitarnos, sabía que dormíamos hasta tarde los fines de semana; me encontraba
haciendo algún trabajo, y otras veces mateando con mi esposa, recién levantados
de la cama. Nos imbuía de su alegría de vivir, nos llenaba de optimismo; y eso
sucede con muy pocas personas, pero mi padre era una de esas personas. Tal vez
no se hablara de nada importante, tal vez se consumiera todo el tiempo
charlando de las simplezas del acontecer diario; pero el buen humor, la
sensación de comenzar el día de una manera feliz, nos ganaba. Y esto sucedía,
invariablemente, aun en los últimos meses, cuando todos, incluso él, sabíamos
que su desafinado corazón podía fallar en cualquier momento.
Esta vez, mientras trabajaba, sabía que
ya no podía contar con él. Ya no aparecería más su blanca cabeza por el sendero
que corta el campito, mientras nosotros lo veíamos llegar, a paso lento. Nunca
había pensado demasiado en él, después de su muerte. No lo había hecho porque
me hacía demasiado daño pensar que ya no estaba con nosotros.
Pero este sábado, con el verano que se
alejaba para dar paso a un otoño apenas insinuado, con el sol todavía cálido,
con un cielo azul brillante, límpido, con mis sentidos rebosantes, pletóricos
de sensaciones hermosas, también llegó nítido el recuerdo de mi padre.
En un extenso cantero a lo largo de un
camino, él planta pensamientos; y yo atrás, con mis torpes treinta y seis meses
de vida, arranco uno por uno, atesorándolos en mis manos, embelesado por los
vivos colores de las flores. “Linda focita… ¿no, papi?”, le digo cuando se da
vuelta y descubre el cantero vacío. Algunos años más, y los cuentos y anécdotas
que desgranan su memoria; su infancia y adolescencia, que vuelve a vivir para
nosotros; los primeros consejos, la experiencia que espera sirva a sus hijos.
A los ocho años, en un terreno muy
accidentado, me caigo mientras me persigue un perro y me hago el muerto. El
perro no me hace nada, me olfatea mientras permanezco inmóvil, y se va. Se lo
cuento a mi padre y se pone ancho: él me contó cómo hacerlo en una de sus
tantas historias. Después desfilan por mi memoria los años que vivimos en la
granja. Su tesón, su empuje, el esfuerzo de mi madre, los trabajos que también
los hijos compartimos, la alegría de ver los frutos concebidos de sol a sol, y
los primeros pesos que dio una cosecha generosa.
Doce años tengo y compartimos las
películas de Gary Cooper en el cine del pueblo. Trece años, ya estoy en el
secundario y me regala mi primer reloj. Después, el tiempo pasa, vertiginoso.
Comienzo a trabajar, estoy de novio, estoy casado, tengo hijos, tengo mil
problemas, nos vemos menos. Luego, tengo mi propia casa. Entonces, como un
rito, recuperando años en que estuvimos alejados, comenzamos a vernos con
frecuencia. Reencuentro a mi padre y él me reencuentra a mí.
¡Cuántos abrazos no dados! ¡Cuántas
palabras pensadas, pero nunca dichas, sobrellevé durante todos esos años!
Ahora, que había llegado el tiempo de usufructuar a mi padre, lo perdía para
siempre. Pensé en La Parca, infinitamente cruel, y suena a perogrullada, porque
siempre será cruel cuando se lleve a nuestros seres amados.
“¡Qué ganas de verlos que tenía!”, me
dice mi padre el último fin de semana que lo veo con vida.
Entre “qué linda focita” y “qué ganas de
verlos” pasaron más de treinta años por mi cabeza. Andrés seguía haciendo goles
contra el cerco, cuando gritó:
-¡El abuelo, pá…! ¡Ahí viene el abuelo!
“¿Qué dice Andrés?”, pensé. “¿Qué está
diciendo?”. Miré a través de las plantas de ligustros y vi el sendero vacío. Me
olvidé de mi hijo, y seguí podando el cerco. Ni siquiera escuché la puerta de
calle al abrirse.
-Hola, Rubén -escuché una voz grave
atrás mío. Casi dejé caer la tijera. Me di vuelta lentamente. Entonces, recién
entonces, volví con todos mis sentidos a este sábado en que ya no estaba mi
padre.
-¿Qué tal, Rubén? ¿Cómo está?- me saludó
me suegro.
Lo palmeé tan afectuosamente, que creo
que se sorprendió un poco. Dejé la tijera, lo tomé del hombro, y fui a tomar
unos mates con él y mi mujer.
En octubre de 2010 el sitio Cuentos y más de Argentina, de Juan José Panno y Mónica Pano, organiza el concurso "Caperucita Roja en 140 caracteres" y obtengo mención con el microrrelato "Diván". En varias páginas de Internet se reproducen la obra ganadora y las menciones.
El 11.10.2010 envío 5 microrrelatos, que son publicados en Cuentos y más el 25.10, entre ellos "Diván".
El 27.02.2011 se publica en Cuentos y más Cierre del Concurso y anuncio del ganador. "Diván" figura entre las menciones.
El 03.12.2010 publican en www.clarin/sociedad la noticia del concurso y el cuento aparece publicado.
El 03.12.2010 publican noticia y cuento en la página de España www.cotilleando.com
El 05.12.2010 publican noticia y cuento en lascosasdelde cir.com.ar
El 05.12.2010 publican noticia y cuento en la página
www.eltallerliterario.com.ar
El 09.12.2010 publican noticia y cuento en la página www.fragpoint.com.ar
El 11.12.2010 publican noticia, premio y menciones en
juliosuarezanturi.wordpress.com (Libreta de periodista y escritor).
El 11.12.2010 publican noticia, premio y menciones en elcobre.es
El 19.12.2010 publican noticia, premio y menciones en la página www.mariagrandealdia.com.ar
El 04.12.2010 publican algunos cuentos seleccionados, y "Diván" en la página El MuNdO De LaS TeAchErS.
En enero de 2011 publican Primer premio, tres menciones (entre ellas "Diván")y dos cuentos no mencionados en la página de Internet Manual de uso sin instrucciones a seguir (manualdeuso.tumblr.com).
El 08.10.2011 publican varios cuentos, entre ellos "Diván" en alejandralopez.blogspot.com
El 08.11.2011 veo que el 06.01.2011 publicaron noticia del concurso y varios cuentos, entre ellos "Diván", en la página www.prensapuradigital.com.ar
El 20.06.2011 recibo e.mail de Revista Eñe, de España, donde me comunican que "Diván" será publicado en la semana, como "Carne de diván", que fue el título que usé en esta oportunidad.
El 04.08.2014 consigo un cuadernillo o folleto del Ministerio de Educación-Presidencia de la Nación "Todos podemos leer, todos podemos escribir" donde figura "Diván" como ejemplo de relatos más breves del mundo. En esta misma página se puede ver el folleto.
El 20.10.2014 fue publicado en la página
www.monkeyzen.com/2013/02/primera-tuitnovela-tuiteratura
Fue publicado el 20.12.2010 en la página de Internet normadelbuono.blogspot.com repitiendo noticia completa de Clarín Sociedad del 03.12.2010.
Y en www.entremujeres.com/tema/caperucitaroja.html en fecha no especificada, repitiendo noticia de Clarín Sociedad.
DIVÁN
-¿Podrá curarme, doctor? Yo sólo quería comerla. ¡Y empezó a criticarme la nariz, las orejas, la boca! ¿Qué soy, doctor? ¿Un monstruo?
En 2014 "Diván" apareció en una publicación en forma de folleto desplegable editado por el Ministerio de Educación de la Nación con material para lectura en los colegios secundarios del país:
MICRORRELATO SIN TÍTULO: TEMA "PUENTE"
En mayo de 2013 fui finalista (4º lugar) del Concurso #FeriaPuente. El lema de la 39a Feria Internacional del Libro de Buenos Aires fue "Libros como puentes" y el concurso, organizado por la Fundación El Libro y la red social Twitter, proponía escribir un microrrelato en no más de 140 caracteres, con el tema "Puente".
El microrrelato finalista
Fue publicado en El Apogeo de Del Viso nro. 45, de mayo de 2013 / En El Diario Regional de Pilar el sábado 11.05.2013. con nota al autor /
"Tengo enemigos", dijo el rey. "Haz un foso", dijo el general. "¿Si firman la paz?". "Haz un puente", dijo el sabio.
Este microrrelato devino en otro, apenas diferente: EL FOSO Y EL PUENTE. Fue publicado el 22-05-2020 en la página de Patricia Nasello, PIEDRA Y NIDO-VV.AA.-Minificciones.
—Tengo enemigos —dijo el rey.
—Haz un foso —propuso el general.
—¿Y si luego firman la paz? —preguntó, entonces, el monarca.
—Haz un puente —respondió el sabio.
En junio de 2013, en los Juegos Florales organizados por la Municipalidad de Pilar a través de la Casa de Cultura, "La sopa de Nancy" obtuvo el 3er. premio en Cuento Corto, Categoría Adultos. El cuento también figura en otra entrada del blog: Algunos de mis cuentos preferidos.
LA SOPA DE NANCY
Tercer
Premio en los Juegos Florales 2013 en la Casa de Cultura de Pilar, el sábado 15
de junio de 2013, celebrando el Día del escritor. Premiado con medalla y
diploma, en la Categoría Cuento Corto-Adultos.
De
las tres consignas que debían ser incluidas en el cuento, elegí como principio
del relato la frase que está en cursiva.
La
noche oscura. Una prostituta borracha camina por la calle solitaria, sembrando
los fragmentos de una canción, como pétalos marchitos. Corre el año 1888 y
ya han aparecido muertas tres compañeras de su oficio, el oficio más antiguo
del mundo, según dicen, en Whitechappel, el sórdido barrio de Londres que está
siendo asolado por alguien que se hace llamar Jack, the ripper. Jack, el
destripador, tal como se lo hace saber a Scotland Yard, burlándose de los
sabuesos londinenses.
La niebla casi impenetrable parece el
humo espeso de un incendio, una pared sólida que el sol, el leve sol del
invierno, tarda horas en disipar cuando llega el día.
Ella no tiene temor. Además, necesita
los pocos peniques que pueda conseguir esa noche que, en realidad, ya ha
empezado para ella hace algunas horas. Necesita esos peniques para nutrir con
verduras y algún pedazo de carne la olla que a diario completa con las
ganancias de su oficio, y que generosamente reparte entre los indigentes de
Whitechappel, el barrio más desamparado, mugriento y hambriento de Londres.
Apenas hace una hora ha tenido que
derramar el contenido de una olla repleta, perdiendo de ese modo el alimento
que iba a brindar esa noche a pordioseros y desocupados.
Apenas hace una hora y cuarto ha
recibido en su casa la visita de un caballero de finos modales quien le había
prometido generosa paga. Una suma tan importante que le permitiría llenar la
olla durante todo el mes. Pero, la paga nunca llegó a concretarse.
Ella había comenzado a mostrar sus
encantos. El caballero se había acercado a ella. La olla hervía en un brasero y
ella, antes de concretar el servicio que él había solicitado, decidió
incorporar un puñado de sal y revolver el contenido por enésima vez.
Entonces el caballero abrió su capa y
ella alcanzó a ver en un segundo cómo un brillo fugaz trataba de descender
hasta su vientre. Estaba al lado de la sopa y no dudó ni un instante. No tuvo
tiempo de asir la olla con dos trapos para no quemarse las manos. La tomó con
todas sus fuerzas y arrojó todo el contenido a la cara del caballero. Éste,
cegado momentáneamente, sorprendido por esa acción inesperada, le dio el tiempo
suficiente a Nancy para abandonar la habitación y huir hacia la calle.
Luego corrió y corrió hasta encontrar
un bar. Se tomó media botella de brandy y, dispuesta nuevamente a llenar la
olla, emprendió la búsqueda de nuevos clientes que estuvieran propensos a
gastar unos peniques con el oficio más viejo del mundo.
EN MAYO DE 2015 FUI FINALISTA DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS ORGANIZADO POR FUNDACIÓN EL LIBRO Y TWITTER, EN LA FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES, CON TEMA LIBRE, CON MI MICRORRELATO "GUSTOS" (NO MÁS DE 140 CARACTERES).
El microrrelato finalista:
Gustos
A Polifemo nunca le agradó la Ley del Talión.
Los otros dos que participaron (se podía enviar hasta tres microrrelatos):
Reencuentro
Vi a mis padres. Comprendí que también estoy muerto.
Familia de monstruos
"No temas, hijo. El hombre no existe".
EN 2016 PARTICIPÉ EN LOS TORNEOS BONAERENSES, EN PILAR, EN LITERATURA, GÉNERO CUENTO. MI OBRA "LA MÁQUINA DEL TIEMPO" FUE RECONOCIDA EN EL SEGUNDO LUGAR, ENTRE 17 PARTICIPANTES.
LA MÁQUINA
DEL TIEMPO - 2da. Versión del cuento del mismo nombre, que figura archivado con
otros cuentos en CUENTOS QUE PARECEN CUENTO (inédito). Esta 2da. versión se utilizó para participar
en los TORNEOS BONAERENSES 2016.
El 23.6.16
obtuvo el segundo lugar, entre 17 participantes.
La máquina del
tiempo – Por Sherlock Time (Éste fue el seudónimo que utilicé).
Hoy, a los 66 años, recuerdo con precisión la primera vez que mi abuelo
me llevó a la máquina del tiempo. Rememoro aquel viaje con detalles mientras
llevo al menor de mis nietos a disfrutar de lo mismo que disfruté yo en ese
entonces. Así fue, tal como lo relato -hasta los diálogos recuerdo- ese primer
viaje maravilloso en la máquina del tiempo:
-Lo
dejo un rato -dijo mi abuelo-. Yo voy a
hacer unas compras y vuelvo. Él tiene el
dinero.
-Vaya
tranquilo, señor, yo lo cuido -dijo el encargado de la máquina. Y luego agregó,
dirigiéndose a mí:
-Dale,
vamos que arrancamos.
La entrada a la máquina no era cara.
En realidad, era bastante accesible. Yo creo
que habría que haberla promocionado más, porque
muchísima gente no la conocía.
-Podés viajar al pasado, podés viajar
al futuro, podés viajar en el presente a cualquier lugar del mundo y aun del
sistema solar que se te ocurra -me dijo el encargado.
Pagué
la entrada y subí a la máquina. El encargado la puso en funcionamiento e inmediatamente
estuvo a mi disposición lo que yo había
elegido: una nave espacial. No parecía un artefacto de la Tierra. Era, sin lugar a dudas, una nave
extraterrestre, lo que vulgarmente llamaríamos un plato volador. Había otro ocupante.
Lo miré con recelo: podía ser un alienígena, un marciano; pero no, era otro ser
humano como yo. Nos pusimos en marcha, vencimos la gravedad de la Tierra y
pronto estuvimos orbitando. ¡Qué
espectáculo increíble ver a nuestro planeta desde cuatrocientos kilómetros de
altura! Parecía una pelota azul y blanca.
Luego, el otro ocupante y yo
decidimos ir hacia los planetas exteriores, alejándonos del Sol, ya que cerca
de Mercurio y Venus, supusimos, haría mucho calor. Llegamos a Marte y también
lo orbitamos, observando los famosos canales y los cráteres del misterioso planeta rojo. Luego seguimos viaje hacia
Júpiter, el gigante del Sistema solar. Por suerte, en esa oportunidad, los
planetas estaban alineados, tal como se ponen en fila cada tantos años, así que
gracias a la velocidad extraordinaria de nuestra nave pudimos verlos a casi todos.
Saturno nos emocionó, nos dejó boquiabiertos con sus anillos. Y así seguimos,
pasando por Urano y Neptuno hasta el pequeño y helado Plutón.
Ahí
pegamos la vuelta. Decidí entonces viajar al pasado reciente, al mil novecientos,
digamos, a los pagos de San Antonio de Areco, como decían mis abuelos cada vez que íbamos a visitarlos. ¿Cómo sería el pueblo en esa época en que
recién nacía mi padre, allá por mil novecientos veinte? Con un sulky y una
hermosa acompañante de ojos negros y largas trenzas emprendí el viaje por la
tierra de Don Segundo Sombra. “¡Linda moza!”, dirían los gauchos de aquella
época. “Manejá vos”, le dije, como corresponde a un caballero. “Eso sí, tené
las riendas bien firmes”, agregué, como si supiera.
Me
afirmé en el pescante, es decir, en el asiento del sulky, y empezamos a recorrer
los campos de Areco. Cruzamos el puente viejo, siempre pintado de rosa, pasamos
por la pulpería La Blanqueada y luego, a campo traviesa, nos dirigimos hacia el
río Areco. Me pareció ver a un pibe como de mi edad pescando bagres en el
río. Y más adelante, desde su caballo y
arriando un montón de animales, nos saludó un gaucho barbudo, un hombre corpulento
y de rostro amable. “Ése”, le dije a la bella moza de trenzas negras, “me
parece que es Don Segundo Sombra”. “¿Quién es?”, me preguntó mientras
finalizaba nuestro viaje. Claro, yo lo sabía por lo que me contaban los
abuelos.
Después
viajé a la India, creo que entre mil setecientos y mil ochocientos. “Dominación
inglesa”, me dijeron. Esa vez, el medio de transporte fue un elefante. ¡Qué
susto, allá arriba yo solito, manejando semejante mastodonte! Y encima, nos perseguía
un tigre de Bengala. Pero jamás nos alcanzaba. Siempre se mantenía a la misma
distancia. Creo que le tenía miedo al elefante, tan grande a su lado, aunque
los elefantes de la India sean más pequeños que los africanos.
¡Y
después toda la adrenalina! Yo no sabía lo que era la adrenalina hasta que un tío
me contó de qué se trataba, explicándome que él lo supo una vez que lo
corrieron como cinco tipos para darle una paliza. La adrenalina llegó cuando, siempre
viajando con la máquina del tiempo, tripulé en plena Segunda Guerra Mundial un
Superbombardero B 29.
-No
quiero tirar bombas -le dije a mi copiloto, uno que se ve que también había
pagado
la entrada a la máquina del tiempo.
-Yo
sí -me dijo.
-¡Pero
yo no! -le dije -Y yo soy el piloto… así que no tiramos bombas. Solamente quiero
ver.
Me
hizo caso y no tiramos bombas. Pero, desde abajo nos tiraban con todo. Aquí y allá
veíamos las explosiones de los disparos de los cañones antiaéreos. Por suerte, ninguno
dio en el blanco.
Al
rato, ya cruzábamos el Canal de la Mancha y tuve oportunidad, antes de emprender
un nuevo viaje, de hacerle algunas preguntas al encargado de la máquina del
tiempo.
-Recién
nos tiraron con los cañones antiaéreos. ¡Con todo! ¿No nos pueden hacer daño?
-No-
me dijo-. Desde la máquina del tiempo vos no podés interactuar con los demás,
ni los demás con vos. Podés mirar, solamente. Ellos no te pueden hacer daño, ni
vos a ellos.
-Ahora
me voy más tranquilo -le dije-. Porque
justo me gustaría viajar al año pasado, cuando Fangio corría con la Ferrari. Yo
también quiero manejar una Ferrari.
-Dale
-me dijo-. Adelante.
En
eso, había llegado mi abuelo.
-¿Vamos?
-me dijo.
-Esperá,
abuelo -le dije-. Esperá que doy una vuelta en la Ferrari y nos vamos. Ya pagué
la entrada.
-Bueno.
Dale, que tu abuela espera las compras para preparar la cena.
No sólo di la vuelta. Corrí toda la carrera y
salí primero. ¡Y Fangio segundo!
Después,
me bajé de la máquina del tiempo, saludé al encargado, saludé a mi abuelo con
un beso, y él me dijo:
-Dale,
vamos. Mañana venimos otra vez.
Me
fui contentísimo. Esa misma tarde les comuniqué a mis amigos que en el barrio
había una máquina del tiempo.
Entonces, recién entonces, después
de que mi imaginación me llevara cincuenta y siete años atrás, volví con todos
mis sentidos a esta tarde de 2016, con mi nieto.
-Tomá -le dije-. Acá tenés plata
para comprar cinco entradas para viajar en la máquina del tiempo.
-¿No se llama calesita, abuelo?
EN 2018 PARTICIPÉ EN LOS JUEGOS BONAERENSES, EN PILAR, EN LITERATURA, GÉNERO CUENTO, CON "LA VENGANZA ES UN PLATO QUE SE COME CALIENTE". OBTUVO EL TERCER PUESTO.
LA VENGANZA
ES UN PLATO QUE SE COME CALIENTE
Seis
años como cocinero de la pizzería “Los Insuperables”. Cuatro, en realidad, ya
que los dos primeros había sido mozo. A los dos años había tenido que
reemplazar al antiguo cocinero, que murió tras una corta agonía luego de ser
atropellado por un motochorro que huía y que cruzó a gran velocidad a pesar de
la luz roja del semáforo que pretendía impedírselo. En aquel momento, Martín
había recordado una frase de Virginia Wolf: “He perdido amigos, algunos por muerte
natural… otros por mera incapacidad para cruzar la calle”.
Si
bien don Julio, el viejo cocinero, había cruzado con luz verde y el hombrecito
blanco que le daba paso, no había tomado la precaución de mirar hacia ambos
lados de la avenida, ya que la lógica siempre indica hacerlo, ante la
posibilidad de que algún conductor imprudente no respete la luz roja.
Él,
Martín Echenique, desde aquel día había aceptado con temor su nueva
responsabilidad como cocinero de “Los Insuperables” y con alegría el mejor sueldo
que entonces le correspondió. La pizzería, además de las pizzas y fainá, se
especializaba en empanadas de pollo y carne. No fue tan difícil, como supuso al
principio, tomarle la mano a la cocina. Un hombre extrovertido como él, amable
y observador, supo tomar nota durante sus dos años como mozo de todas las
enseñanzas que le transmitía con generosidad don Julio, siempre escudado en la
frase “Aprendé, que en cualquier momento me retiro y vos quedás como cocinero”.
El pobre no había llegado a retirarse, pero había dejado todo su legado a
Martín Echenique, todos los secretos de las delicias que preparaba.
Martín, poniendo en práctica lo que
había aprendido y agregando recomendaciones culinarias de aquí y de allá, de su
madre y de su abuela y de su propia cosecha tras años de prepararse su comida
por su condición de separado, había logrado con creces emular a su viejo
maestro. “Las empanadas de carne y de pollo deben llevar la misma cantidad de
cebolla, así salen bien jugosas. Si no, salen secas”, decía siempre su abuela.
Comino y pimentón, morrón, aceitunas, huevos y el cincuenta por ciento de carne
o pollo y el cincuenta de cebolla picada transformaban a las empanadas en un
“bocatto di cardinale”, al decir de don Genaro, adinerado comensal de los
sábados por la noche, cuando luego de cerrar su concesionaria de autos, se
apersonaba con su esposa y su hija a “Los Insuperables” a ingerir exquisitas
pizzas de muzzarella y champignones -ellas- y una docena de empanadas de pollos,
él. “Preparadas en el momento. No importa lo que tenga que esperar”, decía don
Genaro; y mientras llegaban las empanadas, le hincaba el diente a unas rodajas
de pan francés untadas con mayonesa con ajo y perejil y a alguna porción de
pizza escamoteada a su familia.
Pasaron meses desde que Martín se
había hecho cargo de la cocina. Meses en que don Genaro no se cansaba de
halagar las empanadas “que seguramente tienen un ingrediente secreto que usted
no quiere revelar”, le decía siempre a Martín cuando, tras la comida, ingresaba
a la cocina y le dejaba una buena propina, tal como antes lo había hecho con el
mozo que atendía su mesa. “Mano, simplemente mano. Ningún ingrediente secreto”,
le decía Martín. Esta situación se prolongó normalmente durante muchos sábados.
Martín preparaba las empanadas en el momento -sólo tenía el pollo hervido unos
pocos minutos antes de la hora en que llegaban los comensales-, separaba la
carne de los huesos, la picaba, le agregaba los demás ingredientes luego de
cocinar huevos y rehogar cebollas y morrones picados, extendía la masa, cortaba
las tapas, rellenaba, repulgaba y colocaba seis en el horno. Luego, una vez que
don Genaro devoraba con avidez la primera docena, recién horneaba la segunda.
Así estaban “bien calentitas”, como le gustaban a su cliente.
Pero, un infausto sábado, a
principios de mes, con el local repleto de clientes y el apuro consiguiente por
satisfacer todos los pedidos, un huesito de las alas del pollo que Martín
desmenuzaba para preparar el relleno de las empanadas de don Genaro, fue a parar
a la mezcla. Porque él utilizaba todo el pollo, no sólo la pechuga, lo que
también contribuía a la tan alabada jugosidad de las empanadas. Y ese huesito
fue a parar justo a la primera horneada, esa que don Genaro devoraba con fruición.
Y don Genaro se atragantó con el hueso; de tal manera se atragantó que hubo que
recurrir a una ambulancia que lo llevó hasta un hospital, donde tras una ardua
tarea, el hueso fue extraído.
Martín Echenique fue severamente
reprendido por este hecho por el dueño de la pizzería y, cuando llegó una
demanda judicial iniciada por don Genaro, debió soportar una reprimenda más severa
aún y un descuento sustancial sobre su sueldo durante diez meses para devolver
a la empresa lo que se había desembolsado como indemnización por el desgraciado
accidente.
Don Genaro se ausentó varios meses
de la pizzería. Pero volvió. Antes, se comunicó por teléfono con el dueño, que
nuevamente le pidió disculpas, y preguntó si Martín Echenique seguía trabajando
en el local. Ante la respuesta afirmativa, solicitó para el sábado siguiente la
consabida docena de empanadas de pollo, no sin antes recomendar “un extremo
cuidado en la preparación” y pedir “que todo ese penoso episodio no deje ningún
rencor”. Martín hizo una mueca que estaba muy lejos de ser una sonrisa cuando
el dueño de la pizzería le comunicó la novedad. Murmuró “¡Viejo hijo de puta!”,
vaya a saber contra qué destinatario, si su patrón, el cliente o ambos, y
recordó con amargura que todavía sufría mes a mes el descuento en su sueldo de
la indemnización a don Genaro.
Llegó el sábado, llegó don Genaro
con su familia, llegaron las empanadas a la mesa, llegó la propina a Martín a
través de su patrón. Esa vez, el cliente no apareció por la cocina como antes.
Sí envió una felicitación acompañando la propina: “Dígale a Martín que las
empanadas estaban deliciosas, más ricas que las que hacía antes. Se ve que se
esmeró. ¡Y que no me diga que no tienen un ingrediente secreto, porque no le
creo!”. “Pollos de campo”, don Genaro. Y la mano de Martín”, le contestó el
dueño de la pizzería. “Puede ser, puede ser, porque tienen un ligero amargor,
un gusto como a salvaje. Me hacen acordar al gusto de la carne de algunos
animales como las liebres, los ciervos, los jabalíes”. “Le repito, don Genaro:
pollos de campo, por eso son tan sabrosas las empanadas”.
Pasaron tres sábados más sin que don
Genaro apareciera por la cocina. Al quinto sábado, desde que había vuelto a
“Los Insuperables”, lo visitó en su “reducto”, como Martín llamaba a su lugar
de trabajo. Le dio la mano, lamentó el accidente, lo felicitó nuevamente por la
calidad de sus empanadas de pollo, observó el relleno ya preparado
“especialmente para usted”, como le dijo Martín, y repitió la frase que éste ya
conocía de memoria: “¡No me diga que no hay un ingrediente secreto, porque no
le creo!”.
Después volvió a su mesa. Entonces,
Martín tomo el bol que contenía la mezcla, se bajó el cierre del pantalón como
todos los sábados desde que don Genaro había regresado, y agregó al relleno un
chorro del ingrediente secreto.
En noviembre de 2016 mi microrrelato "Mala suerte" obtuvo la 4ª Mención Especial en el Concurso organizado por la Revista Guka, de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.
Mala suerte (Luego fue publicado en la página Pasión por los microrrelatos, el 13.02.2017 / También lo publiqué en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 05 de noviembre de 2016).
Es muy difícil vivir en un país de supersticiosos
cuando uno no lo es. Hace un tiempo me dijo mi vecina: “Usted no cree en nada”.
“Nadie puede probarlo”, le contesté. Por eso me he cuidado de que jamás me vean
cuando paso debajo de una escalera, de que descubran que sigo mi camino en vez
de retroceder si se me cruza un gato negro, de que sepan que suelo barrer de
noche mi casa, de que nunca he creído en herraduras, ni en patas de conejo, ni
en tréboles de cuatro hojas.
Cuando me atraparon quise saber cómo me
habían descubierto. “Su vecina”, me dijeron. “Usted le pidió prestada una
tijera el 13 de mayo. Cuando ella se la entregó, a usted se le cayó… ¡y no la
pisó! Entonces colocamos cámaras en toda la casa. Necesitábamos más pruebas”.
-Jamás supe que había que pisar una tijera
cuando cae al suelo.
-Su
ignorancia lo condenó. Debería haber leído el Libro de la Fe. Las cámaras
terminaron de comprobarlo: el 13 de julio abrió un paraguas dentro de la casa;
el 13 de agosto se le derramó sal en la mesa y no arrojó un puñado de la sal
derramada sobre su hombro izquierdo. Y el 13 de noviembre… ¡se acostó con
zapatos y cuando se los sacó, los colocó sobre la mesa!
Ahora, estoy a punto de ser ahorcado por
hereje. ¡Mala suerte! ¡Por favor! ¡Miren si voy a creer en la mala suerte!
DURA LEX, SED LEX
Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 22.03.2017
Pasaba
la vida corrigiendo textos de los usuarios de Facebook, de Twitter, de los mensajes de celulares. Generó repudio de unos cuántos, puteadas de otros,
indiferencia de algunos, agradecimientos de muy pocos. Se indignaba con el
abuso de “x” en vez de “por”, de “xq” en vez de “por qué” o “porque”, de “k” en
vez de “que” o “qué”, de “tkm” por “te quiero mucho”, de “presidenta”, de
“ministra”, del uso de @ como “a” y “o” a la vez para nombrar a los dos
géneros, de la aclaración que él juzgaba innecesaria de “todos y todas” o de
“argentinos y argentinas”. Estaba harto de los periodistas que describen el
momento culminante o más caliente de una cuestión como “álgido”. Defendía el
”solo” y el “sólo” y todas las tildes que la RAE defenestra. Abominaba de la
eliminación de la “ch” y de la “ll”. Puteaba contra el término “profugados” por
“prófugos”. Maldecía por el mal uso del “hubiera” y el “habría”, o por el uso
de dos “hubiera” en una misma frase: “Si hubiera venido, se hubiera enterado” y
otras tantas conjugaciones incorrectas. Abjuraba de los queísmos y los dequeísmos.
Renegaba de los escritores que utilizan “z” en conjugaciones de verbos en los
que la “z” se convierte en “c ”. Y así con muchísimas cuestiones más por el mal
uso de la lengua.
Su mujer le decía a menudo que ya no corrigiera a nadie.
Que los dejara seguir en la ignorancia, que no se hiciera nunca más mala
sangre. Que algún día se iba a encontrar con la horma de su zapato.
Caminaba con ella una tarde cuando se cruzó con un amigo.
“Buenas tardes”, dijo él. Y el amigo contestó: “Buena tarde”. “¿Buena tarde?”,
dijo él. “¿Se tragó las eses?”.
-No, señor –contestó el amigo. -¿Cuántas tardes estamos
transitando?
-Una tarde, por supuesto.
-Entonces…, ¿por qué dice usted “Buenas tardes”, si es
una sola tarde?
Desde ese día se pasa corrigiendo a todo aquel que diga
“Buenas tardes”.
EL ESPEJO DELATOR
Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino
Cabrera, el 11.03.2017
Leonardo Vindaci lo anunció
en el noticiero de las veinte: al día siguiente patentaría su último invento,
un artefacto que colocado frente a cualquier espejo permitiría ver todo lo que
ese espejo ha reflejado desde que fuera fabricado. “Los seis mil millones de
habitantes del planeta podrán ver todas las imágenes que han registrado los
espejos en los que se han visto reflejados, como si una cámara los hubiera grabado a lo largo de sus vidas”,
dijo.
Esa misma noche Leonardo Vindaci fue asesinado. El artefacto
y los planos del mismo fueron incinerados por el asesino. Los investigadores
están desconcertados: hay más de cuatro mil millones de sospechosos.
UNA HISTORIA DE PELÍCULA
Fue publicado el El Apogeo de Del Viso nro. 77, de enero de 2016, acompañado de una fotografía del programa del Cine Gran Del Viso del 29.04.1985 con la películas mencionadas en el cuento. En agosto de 2016 fue enmarcado y exhibido en el restobar Detalles, en el marco de la celebración de los 107 años de Del Viso. El 03.08.2016 lo publiqué en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera.
En el Cine Gran Del Viso proyectaban “La historia oficial” y
“Darse cuenta”, dos películas que mi novia quería ver. Yo no tenía plata para
las dos entradas, así que inventé una excusa
con la idea salvadora: “Esperame dentro del cine porque voy a llegar más
tarde”, le dije. Y ella pagó su entrada. Llegué después y, en vez de un
reproche, nos mimamos en las butacas de la última fila.
Hace poco, en 2015,
cumplimos los veinticinco años de casados, nuestras Bodas de Plata, y se lo
confesé. Y ella me dijo: “Ese mismo día me di cuenta. Pero jamás me gustó ver
una película empezada”.
INCOMPATIBILIDAD DE CARACTERES
Fue publicado en la página argentina Cuentos y más el 03.08.2010. Fue publicado en El Apogeo de Del Viso nro.66 de febrero de 2015 por el Día de los enamorados, con otros microrrelatos, bajo el título general de El amor en tiempos de cólera y luego repetido en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 16.02.2017.
-Primero, sos muy petiso para mí. Segundo, no me gustan los
hombres violentos. Tercero… ¡sos un plomazo! –me dijo Barbie y se alejó
balanceando exageradamente sus caderas –parecía de plástico- hacia otro estante
de la juguetería.
Y yo me quedé ahí, duro,
parado sobre mi plataformita, firme como rulo de estatua. ¡Qué triste destino
el de un soldadito de plomo!
COMO TODAS LAS NOCHES
Fue publicado en la página argentina Cuentos y más el 29.06.2011. Fue publicado en El Apogeo de Del Viso nro.66 de febrero de 2015 junto a otros microrrelatos, por el Día de los enamorados, bajo el título general de El amor en tiempos de cólera. Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera el 16.02.2017.
-¡No se te ocurra tocarme
con esas manos heladas! -le dijo en
cuanto él se metió en la cama-. Mejor te preparo un tecito, así entrás en calor
y después… ya sabés -agregó guiñándole un ojo.
Fue a la cocina y le
preparó un té, como todas las noches; le puso un somnífero, como todas las
noches; y él se durmió profundamente, como todas las noches.
“Inexplicablemente”, decía él por las mañanas.
Y ella seguía
tranquila, como todas las noches, sin que él la molestara, pensando que en el
verano iba a tener que cambiar el té por un vaso de jugo o de gaseosa.
EPIFANÍA
Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera el 07.01.2016 y el 07.01.2017
Seis de enero, diez de la mañana; suena el teléfono y atiendo.
-¡La abuela, Anita! -le digo a mi hija y ella toma el aparato.
-¡Pá! -grita -¡Los Reyes también me dejaron juguetes en la casa
de la abuela!
-¡Qué bien! ¡Se ve que sobraban juguetes!
-Sobraban juguetes porque faltaban chicos, pá…
-¿Cómo que faltaban chicos? -pregunto.
-Los que murieron en el mar, pá. Los que querían llegar a
Europa.
Mientras pienso cómo
masticar el pasto que no comieron los camellos, se me cae un
lagrimón en el
recipiente del agua que bebieron.
REFLEJOS
Fue publicado en la página argentina Cuentos y más el 27.05.2011 y en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 30.06.2017
“Te estás poniendo viejo”, le digo. “Se te está cayendo el pelo,
te empiezan a aparecer arrugas y ya tenés papada. Estás más gordo y las
comisuras de tus labios comienzan a tener un rictus que a veces parece delatar
ironía, otras ve_ces resignación, otras veces hastío. Hasta el brillo que antes
tenían tus ojos marrones se está opacando. A veces, te digo la verdad, hasta me
dan ganas de putearte.
Lo único que te queda
es la voz. ¿Te acordás cuando la profesora de Educa_ción Democrática te dijo
“Tenés una voz hermosa”? Vos tendrías dieciséis, die_cisiete años. Y ella era
un bombón. Pero vos eras un cobarde. Jamás podrías haber pensado en un affaire
con la profesora. ¿Te hubiese llevado el apunte, en el caso de que vos te
animaras? Ahora ya no hay forma de saberlo. Ahora, cuando ya has superado
largamente la timidez, la cobardía, cuando se te po_dría catalogar fácilmente
como caradura, has perdido la apostura, la elegancia.
Has perdido la pinta
que tenías a los veinte años. ¡Qué digo a los veinte! ¡A los treinta, a los
cuarenta!
Pero ahora, pibe -te
digo pibe irónicamente, no te la vayas a creer-, dedicate a escribir tus
memorias. Por ahí, quién te dice, en una de ésas pinta algo. “Todo lo que el
hombre hace en su vida, es pa’ levantar minas”, sostiene siem_pre el filósofo
Dolínades, el querido negro Dolina.
Y ahora, disculpame que
haya sido cruel. Después de todo, nadie pide estas verdades que jamás
deberíamos decir.
Me lavo la cara, me
cepillo los dientes, me peino y me voy”.
La imagen en el espejo
me devuelve mi cara recién lavada, mis cabellos -los pocos que me quedan-
peinados con prolijidad y una sonrisa cómplice que pa_rece decirme: “No te
aflijas. Nunca falta un roto para un descosido”.
ESTATUA DE MUJER TERCA
Fue publicado en la página Cuentos y más el 28.05.2009. Fue publicado en la página Cincuenta palabras y en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 19.06.2017
-Yo me quiero dar vuelta.
-Quedate así,
mujer. No te des vuelta.
-Te digo que tengo
ganas de darme vuelta.
-¡Quedate así, por
favor, te digo!
-¡Y yo te digo que
me quiero dar vuelta! Después de todo, Lot… ¿qué me puede pasar por mirar cómo
se destruye Sodoma?
MICRORRELATO EN VERSO
Fue escrito para leer en la Celebración del Día del Folklore, en 2016, en la Casa de Cultura de Del Viso, homenajeando también al Martín Fierro. Fue publicado en mi página de Facebook: Rubén Faustino Cabrera, el 26 de agosto de 2016.
Bajando por la lomada
venía Cruz a caballo.
Me dijo: “Por fin lo hallo,
necesito una gauchada”.
“Espéreme media hora”,
dije y partí como un rayo.
Cuando volví se extrañó
al verme con cinco gauchos.
Le dije: “Salí de raje
a buscar en la ranchada…
¿Así que dijo “gauchada”?
¡Porque yo entendí “gauchaje”!
LA NOCHE DE WALPURGIS
Lo publiqué en el libro "Cuentos de terror II", de Editorial Bonsai, que yo compilé, publicado el 15-11-2012. Como prólogo, incluí "Un río de sangre", cuento que fuera publicado en Cuentos y más el 17-09-2011 y en otros sitios. Fue publicado en el libro virtual "Primera Antología-Autores locales Del Viso 2020" el 03-08-2020, como aporte para festejar el 111o. aniversario de Del Viso.
LA NOCHE DE WALPURGIS
Miguel
terminó con ese mutismo que parecían haberse autoimpuesto los tres desde que
habían salido del cine.
-A
mí me gustó mucho. En mi opinión, Christopher Lee es el mejor Drácula que he
visto.
-Se
pasa este tipo -agregó Oscar.
-Impresionante
-acotó Emilio, porque en realidad seguía impresionado por las imágenes de
“Drácula vuelve de la tumba” que acababan de ver en el cine del pueblo.
Ya
estaban a más de cinco cuadras de la sala. Habían dejado atrás la estación
de ferrocarril y caminaban por la ruta, desierta a la medianoche, dirigiéndose
sin mucho apuro hacia la casa de Miguel. Como tantos otros sábados, se habían
encontrado ese treinta de abril a las ocho de la noche en la pizzería de
Nicolás, habían cenado dos pizzas con una cerveza y gaseosas y luego, dispuestos
a sobresaltarse, habían visto un doble programa de terror compuesto por “Museo
de cera”, con Vincent Price y “Drácula vuelve de la tumba”, dos aceptables
productos del género que tanto les atraía.
Esa
noche no había baile en el club. Tampoco ningún amigo de la barra había
organizado un asalto en su casa, ya que todos habían quedado comprometidos
para el domingo primero de mayo a reunirse en un recodo del arroyo que corría
en las afueras del pueblo, lugar que habían bautizado, con cierta pomposidad,
“el balneario”.
Ellos
tres, como otros sábados, dormirían en “el castillo” tal como llamaban al
antiguo caserón que cuidaban los Peralta, la familia de Miguel, una construcción
otrora de magnífico porte, cuando había constituido el casco de una estancia
en plena actividad antes del nacimiento del pueblo. Miguel, su hermano mayor y
sus padres vivían en un chalecito alejado unos cien metros del castillo dentro
del mismo terreno. El caserón, salvo contadísimas ocasiones, estaba
deshabitado. Sus actuales propietarios, herederos de los antiguos dueños del
lugar, jamás pasaban más de un día allí, y eso una vez por año, quizás. Con
puntualidad, en la primera semana de cada mes, un apoderado llegaba hasta el
lugar y pagaba el sueldo que los Peralta ganaban como caseros manteniendo
parque y casa en buenas condiciones.
La
edificación principal era un inmenso caserón que en un extremo ostentaba una
torre de tres pisos con sendas habitaciones unidas por una escalera en caracol.
La torre remataba en una atalaya con almenas que le daban al conjunto la apariencia
de un castillo. Pegada a la torre y conectada a ésta por el interior, había una
inmensa cocina y una escalera que descendía hasta la puerta de un sótano que
jamás, según recordaba Miguel, se había abierto. Tenía una cerradura antigua
reforzada por dos candados, uno arriba y uno abajo, cuyas llaves nunca se
habían encontrado. Los dueños, en alguna oportunidad, habían comentado que el
sótano estaba inundado desde hacía más de veinte años por una napa poco
profunda de agua y que las dimensiones del mismo eran desconocidas. Hasta se
decía que bajo tierra se reproducía toda la edificación que estaba sobre
tierra, incluyendo la torre, sólo que invertida. “Habladurías”, “Comentarios”,
decía el padre de Miguel. “Inventos de la gente”.
Del
otro lado de la cocina había un salón con un gran hogar a leña en el centro. En
el extremo opuesto del salón a la cocina se abría un largo pasillo que
comunicaba con ocho dormitorios con sus respectivos baños, cuatro a cada lado
del mismo.
En
una de esas habitaciones dormían los sábados por la noche Miguel, Oscar y
Emilio o algún otro integrante de la barra cuando regresaban del cine o de
bailar en el club o en alguna casa. Pero, un detalle amenazaba la continuidad
de esa costumbre de Miguel y sus amigos. Sus padres aceptaban de mala gana que
durmieran allí algunos sábados ya que temían que los propietarios o su
apoderado visitaran el lugar un domingo y les hicieran una reconvención por ese
hecho.
Salieron
de la ruta tomando una calle de tierra perpendicular a ésta por la que debían
transitar cerca de un kilómetro para llegar al castillo.
-Esta
noche es la Noche de Walpurgis -dijo Miguel-. Walpurgis nacht.
-¿La
noche de quién? -preguntó Oscar.
-La
Noche de Walpurgis. W-a-l-p-u-r-g-i-s -deletreó Miguel-. La Noche de Walpurgis
se menciona en Drácula.
-¿En
qué película? -quiso saber Emilio.
-En
Drácula, el libro de Bram Stoker. La Noche de Walpurgis transcurre durante la
noche que va desde el treinta de abril al primero de mayo. El primero de mayo
se celebra la fiesta de Santa Walpurgis o Walburga, una religiosa inglesa que
murió en Alemania. Y la noche que va del treinta de abril al primero de mayo,
según creencias paganas, en el Brocken, el pico culminante del macizo de Harz,
también en Alemania, se celebra una gran bacanal en la que participan brujos,
hechiceros y demonios. Esta noche, cuenta Bram Stoker en Drácula, los muertos
se levantan de sus tumbas y se reúnen con todos los genios maléficos de la
tierra, del aire y del agua.
-¿Y
esta noche, justo esta noche, es la Noche de Walpurgis? -preguntó Emilio.
-¿Justo
esta noche, cuando vamos a dormir al castillo? -agregó Oscar.
-Sí,
justo esta noche. Pero no se aflijan que no está probado que alguna vez, algún
habitante del castillo haya sido un vampiro. O algunos hayan sido vampiros.
-¿Cómo
que no está probado que hayan sido vampiros? Es una joda tuya.
-Mi
viejo dice “son comentarios”, “inventos de la gente”.
-¡Pará!
¿Vos decís en serio que se comenta eso?
-Sí,
tarado. Lo digo en serio. Pero ¿qué problema te hacés? ¿Va a ser la primera vez
que dormimos en el castillo?
-No
-dijo Oscar-. Pero sí la primera vez que durmamos en una Noche de Walpurgis,
como vos decís.
-Dejate
de joder. Vos estás viendo muchas películas de terror. Si tienen miedo,
vuélvanse a sus casas y yo me voy a dormir a la mía -terminó la charla Miguel,
un poco molesto por el temor irracional de sus amigos.
Caminaron
en silencio las últimas cuadras que los separaban del castillo. Atravesaron el
portón y pasaron, también en silencio, a pocos metros del chalet donde vívia la
familia Peralta. Entraron al castillo con una copia de la llave de la puerta
principal que Miguel solía llevar en esas ocasiones y sin más comentarios
sobre la charla anterior, un poco intimidados por sus propios pasos retumbando
en el piso de madera del dormitorio, cerraron la puerta con llave y con una
pesada tranca de hierro y se dispusieron a dormir en las tres camas que la
madre de Miguel había dispuesto durante el día, aun refunfuñando.
-Apagaron
la luz. Ya se acostaron -dijo el padre de Miguel.
-Vamos
-dijeron al unísono la madre y el hermano.
Cubiertos
el padre por un sobretodo negro, la madre con un viejo impermeable azul marino
y el hermano por una capa que alguna vez fuera disfraz de Zorro, sin la “Z”
blanca, con los rostros embozados por bufandas y pañuelos negros, marcharon
por el parque rumbo al castillo. La madre abrió la puerta del salón
dirigiéndose a ocupar el lugar que le habían asignado frente a la puerta del
dormitorio y el padre y el hermano se plantaron frente a la ventana enrejada
que daba al parque. El terror, en esa Noche de Walpurgis, tomó entonces otra
dimensión, hasta entonces desconocida, para los tres adolescentes adictos al
género.
Aún
permanecían despiertos, hablando en voz baja, cuando sintieron el ruido del
picaporte de la puerta de su habitación. Gritaron, incorporándose en sus camas,
preguntando quién intentaba abrir. Cuando escucharon los gritos, el padre y el
hermano de Miguel se sumaron al acoso golpeando la ventana y empujando los
vidrios. Las dos hojas se abrieron corriendo las cortinas, y Miguel, Oscar y
Emilio vieron las dos figuras espectrales que pugnaban por entrar, a pesar de
la reja, mientras en el otro extremo de la habitación sobrevenían golpes y
empujones contra la puerta. El miedo les había atenazado las gargantas. Con un
hilo de voz trataban de pedir auxilio mientras corrían aterrados por toda la
habitación. Miguel intentó entonces colocar una pesada cómoda contra la puerta
y sus amigos lo ayudaron hasta que ésta, con llave, tranca y mueble
asegurándola, pareció ofrecer la resistencia necesaria. Luego arrimaron un
ropero a la ventana y sobre el ropero las camas, luchando con todas sus fuerzas
para que la barricada no fuera derribada a medida que la construían por las
tenebrosas entidades del exterior. Después el silencio; y más silencio; y más
terror imaginando un contraataque.
Sentado
en el suelo al lado de sus amigos, contra una de las paredes, vigilando ambas
aberturas, con la única tonalidad de voz que le permitían sus cuerdas vocales,
Miguel dijo:
-De
acá no nos movemos hasta que sea pleno día.
Los
padres y el hermano de Miguel volvieron a su casa. “Creo que esta noche se
acabó la costumbre de venir al castillo a dormir con sus amigos”, fue todo el
comentario que se permitieron, en la voz del padre. Guardaron los ropajes en
el fondo de un baúl repleto de otras prendas y juraron no revelar a nadie,
jamás, la verdad sobre lo acontecido esa noche.
El
alba redentora, milagrosa, llegó, por fin. Llegó el pleno día que esperaba Miguel.
A las nueve su padre dijo:
-Estos
se habrán dormido a las seis de la mañana, cuando salió el sol. Voy a
despertarlos. Hoy se tienen que ir de picnic al balneario.
Antes
de entrar al castillo miró desde lejos la ventana que seguía tapiada con el ropero
y las camas. Abrió la puerta del salón, caminó por el pasillo que llevaba a los
dormitorios y vio que la puerta estaba abierta. En realidad, el hueco donde
antes estaba la puerta. Porque la puerta estaba en el suelo, destrozada, hecha
pedazos, derribada junto a la cómoda. En el centro de la habitación estaban
los cuerpos sin vida, exangües, de Miguel, Oscar y Emilio.
Unas
pocas gotas de sangre que alguien no había aprovechado salpicaban el piso de
madera.
ACLARACIÓN PARA QUIEN NO CONOZCA EL BLOG:
CUANDO YA NO PUEDA AVANZAR, HABIENDO VISTO SÓLO UNA O DOS PUBLICACIONES, HAGA CLIK EN "ENTRADAS ANTIGUAS" Y ASÍ SUCESIVAMENTE, HASTA VER TODO LO PUBLICADO EN EL BLOG.
Buen día.
ResponderEliminarQuería hacerles un pedido. Uds, tienen dos fotos de un folleto que tenía microrrelatos muy lindos. Yo lo estuve buscando en casa (en algún momento lo tuve) Sin embargo, no pude encontrarlo.
Si uds. aún lo conservan, podrían enviarme fotos???
Lo necesitaría para mis alumnos. La idea es incorporarlos a un Classroom opcional que estoy armando, con el fin de añadir lecturas alternativas...
Desde ya, muchísimas gracias.
Dejo mi correo electrónico: fiore152003@yahoo.com.ar